Primero, hay que expresar una gran tristeza por la muerte de la médica Catalina Gutiérrez Zuluaga, quien estaba estudiando su posgrado en cirugía. En las semanas transcurridas desde el hecho han aparecido muchas expresiones acerca de los eventos preliminares y lo acontecido. No es importante ahora el espacio ni el tiempo para repetir lo sucedido, incluyendo el entorno de su vida como estudiante. Se mencionó y destacó su calidad académica.
El tema sirve para plantear consideraciones que deben ser analizadas en los espacios académicos, asistenciales, sociales y familiares, observados desde diferentes ángulos, pero especialmente con los aportes del comportamiento de profesores, estudiantes de pre y posgrado, directivos y profesionales en pleno ejercicio.
A ello hay que incluirle el estudio necesario de los sistemas de ingreso, estabilidad, evaluaciones, disciplinarios, remunerativos, formativos y adquisitivos de responsabilidades. La decisión de estudiar Medicina es personal en más del 95% de los aspirantes. Sin embargo, no todos tienen pleno conocimiento de lo que les espera en su vida de estudiantes. La mayoría de los conceptos provienen de quienes se han adelantado en los estudios, con todo el sesgo personal y de los hechos que les sucedieron.
El estudiante de pregrado tiene una parcial visión de lo que pasa en el posgrado. La esencia radica en la manera cómo va a enfrentar el ciclo de la especialización. En este período, la formación personal previa es vital porque encontrará diversos ambientes; unos serán difíciles, en ocasiones excesivos, y en otros encontrará pleno apoyo a su labor, a pesar de la dificultad teórica y práctica que encontrará en sus labores académicas y asistenciales, en medio de un marco ético imperativo.
La decisión de ser especialista implica un compromiso personal. La escogencia de la especialidad está rodeada de múltiples factores que pueden comprometer el ingreso, la permanencia y la obtención de las metas propuestas. Las metas que debe trazarse un especialista deben ser reales, factibles y entendidas como un proceso en el que las facilidades no siempre están ad portas de la vida, tanto personal como de estudiante.
Los problemas que enfrenta el estudiante de especialización son múltiples; entre ellos puede aparecer el acoso laboral, además de otros acosos. Un estudio recientemente publicado indica que los médicos en formación denuncian que 63% de las agresiones, en el ámbito de la especialidad, son de carácter verbal. La incógnita aparece cuando hay que determinar el restante 37% para comprender los demás tipos de agresiones, unas sutiles pero lesivas y otras abiertamente evidentes e igualmente ofensivas.
Aunque ninguna actividad del ser humano está exenta de complicaciones derivadas del ejercicio, es necesario tener en cuenta que hay estudiantes de pre y posgrado que agreden a sus profesores, a veces en forma denigrante. No se puede seguir confundiendo exigencia con abuso. Las vidas y papeles de los docentes y estudiantes no son fáciles, pero son maravillosas.
Es imperativo que las universidades y las escuelas de medicina realicen análisis independientes, con la seriedad requerida, sobre los comportamientos de estudiantes y profesores, entre estudiantes, entre profesores y entre ellos y directivos.