Colombia está urgida de líderes. Hombres y mujeres que entiendan el país, con las comarcas, ejerciendo como cabezas visibles, activas y consistentes, de las sociedades: nacional y regionales. Sin embargo, aparecen en escena personas que están arraigadas en los diferentes conglomerados humanos, que expresan sus ideas a través de los medios de comunicación. Conducen opinión y denuncian a las autoridades gubernamentales como a las instituciones, que no cumplen con sus misiones e ignoran la Constitución con sus normas.

Pero líderes equilibrados y creíbles, que fijen diferentes rumbos o planeen alternativas reales que hagan diferencias con utopías, que sean seguidos con franqueza sin la cualificación de dependencia ciega, se insinúan muy pocos. La entrevista al senador Humberto de la Calle Lombana, publicada en El Tiempo el pasado 1 de septiembre, ratifica lo que se conoce desde hace tiempo, pero que no se quiere aceptar ampliamente, que indica que el caldense es un verdadero líder, verdadero estadista, que marca caminos sin la impregnación de odio, sectarismo y menos facilismo, aun así, no se esté de acuerdo con todas sus tesis como se esgrime en algunos sectores de la comunidad colombiana.

La lectura, comprensión y análisis de la entrevista, es necesaria para quienes estén interesados en el país. Humberto de la Calle, con su talante, opina y complementa con las acciones que se deben emprender y omitir para que Colombia sea un país de todos, lo que lógicamente significaría que todos pueden caber con sus propias tendencias dentro de la Constitución que él ayudó a forjar, aunque a algunos sectores no les guste.

Los distintos temas enunciados y analizados, permitidos por el espacio periodístico, en la entrevista son indicadores de su pensamiento, muchos validados por sus ejecutorias previas que han dejado bases para una nación sólida, unida en la defensa de los derechos de todos y consagrando, así mismo, las obligaciones indispensables, bajo el marco de la democracia. Los caldenses tienen un hombre de inmenso valor civil, probado en muchos espacios y tiempos. Como a todo ser humano le atraen hechos y rechaza actividades que no son de su agrado, pero no es óbice para ignorar su valía de líder.

El senador, con su capacidad analítica, abarca disímiles e importantes aspectos de la vida nacional y no duda en calificar de grave ciertas acciones del Gobierno actual, pero reconoce que hay otras que van por caminos esperados que deben ser transitados en su totalidad o por lo menos mantener la tendencia, positiva o negativa, hasta lograr los objetivos que se merecen los colombianos.

Es enfático en afirmar la necesidad de un acuerdo nacional, el cual, como bien lo define, no puede ser construido especialmente para cada persona o sector; por el contrario, es una alianza para beneficio de todos. Lo dicho, el manzanareño es un conductor de Estado, lamentablemente en su dimensión muchos se han negado a considerarlo como un líder de cualidades excelsas en la visión de país.