La autopista del café se ha convertido en parte de la vida y la cotidianidad de millones de personas de Caldas, Risaralda, Quindío y Valle del Cauca en un trayecto de 265 kilómetros por el que transitan anualmente casi 13 millones de vehículos con alrededor de 39 millones de pasajeros, es decir, como si el 80% de Colombia recorriera nuestro territorio.

Esa vía es parte fundamental de la fisionomía regional, ella encauza eventos como la vuelta a Colombia e incentiva el turismo facilitando el acceso al Paisaje Cultural Cafetero en medio de una ruta sostenible y comprometida con el medio ambiente, y todo, enmarcado en un entorno de naturaleza, aves y oferta culinaria y cultural.

Ahora que se vence la concesión tenemos la oportunidad de mantener lo que hemos logrado y conquistar nuevos beneficios que aumenten la competitividad de nuestro territorio, a partir del espíritu de progreso, modernidad y contribución a la calidad de vida y bienestar que representa el modelo de vías 5G. En ese sentido dirigí al concesionario una comunicación en la que comparto algunos criterios que creo son importantes de cara a la nueva concesión que se avecina.

Criterios como los de incorporar la doble calzada entre La Trinidad y La Manuela, que conecte con Pacífico Tres y el intercambiador de acceso al aeropuerto del café, así como la doble calzada Chinchiná- Santa Rosa. Esto es muy importante para el futuro de la región en materia de progreso y competitividad. Aunque hay otro punto que es transcendental: tener en cuenta en los planes de la nueva concesión la perspectiva de futuro de la ciudad de Manizales, y me refiero a que hay que tener presente la zona de expansión que contempla el Plan de Ordenamiento Territorial de la capital de Caldas en el sector de El Rosario.

Esta zona, de cerca de 372 hectáreas, es fundamental para los intereses de los manizaleños dado que su propósito es principalmente residencial, pero también de actividades comerciales, de servicios, instituciones e industrias. La propuesta contempla que sea un centro logístico por su proximidad al Aeropuerto del Café, beneficiando al Área Metropolitana, abriendo oportunidades laborales para los residentes de Manizales, Chinchiná y Palestina; de ahí la importancia de garantizar las obras viales requeridas y que estas sean de altísimo nivel.

Manizales debe ser consciente de lo estratégico que es para el futuro de la ciudad que estas obras faciliten la competitividad de la zona y podamos propiciar un polo de desarrollo de beneficio no solo de los manizaleños, sino de toda la región.

Es mucho lo que hay qué mirar, evaluar y sintonizar con el futuro; hay que buscar, entre todos, que no perdamos oportunidades por falta de previsión, por ejemplo, hay que evaluar el número de peajes que debemos tener, el tipo de actividades que se van a incentivar, el perfil de la zona y un largo etcétera de posibilidades que debemos analizar, discutir, valorar e impulsar si es benéfico para los ciudadanos.

Estamos en el momento de hacerlo y los invito a que lo hagamos a través de un diálogo sectorial en beneficio de las generaciones futuras que son las que se verán beneficiadas o perjudicadas de lo que concertemos hoy.