El final de cada año nos invita a hacer una pausa, mirar atrás y reflexionar sobre los logros y desafíos que han marcado nuestro camino. En este cruce entre 2024 y 2025 Colombia se enfrenta a un escenario complejo, lleno de anhelos y paradojas que reflejan los signos de los tiempos que vivimos. Es un momento de balance y de esperanza para un país que, aunque busca avanzar, sigue tropezando con sus propias contradicciones.
El primero de estos desafíos es la búsqueda de la paz total. Durante este año, Colombia ha redoblado sus esfuerzos para alcanzar un acuerdo con diversos grupos armados. Sin embargo, este anhelo de paz, lejos de calmar las tensiones, ha incrementado la sensación de inseguridad. Nos encontramos ante la paradoja de querer apagar el fuego mientras sentimos que las llamas se extienden. La fragmentación política y los intereses divergentes han convertido este sueño en una tarea ardua, pero no podemos renunciar a ella.
En el terreno de la equidad, todos coinciden en la necesidad de un país más justo. No obstante, los desacuerdos sobre cómo alcanzarla han polarizado aún más a nuestra sociedad. Si bien el deseo de mayor justicia social es un punto en común, la implementación de reformas fiscales y sociales sigue encontrando resistencias entre distintos sectores. ¿Cómo podemos trabajar juntos para construir una sociedad más equitativa?
En el ámbito de la educación, se ha ganado en acceso, pero las brechas persisten. El derecho a la educación sigue siendo un pilar fundamental para el desarrollo del país, y aunque hemos visto avances, las diferencias entre las zonas rurales y urbanas, entre quienes tienen y quienes no, son un recordatorio de que todavía hay mucho por hacer. El compromiso con una educación de calidad y accesible para todos debe ser prioritario si queremos un futuro más equitativo.
A su vez, el deseo de ser una “potencia de la vida” se ve ensombrecido por la continua deforestación y la pérdida de biodiversidad. Mientras proclamamos la importancia de proteger nuestros recursos naturales, la realidad es que la presión de intereses económicos y la falta de políticas efectivas están afectando nuestros bosques y ríos. El llamado a ser guardianes de la vida requiere de acciones concretas que protejan nuestro entorno y aseguren un legado sostenible para las futuras generaciones.
Por último, el derecho a la salud está en peligro. Aunque nuestro sistema de salud ha demostrado resiliencia en los últimos años, sigue enfrentando dificultades para gestionar de manera eficiente los recursos institucionales y presupuestales. El reto es asegurar que todos los colombianos puedan acceder a servicios de salud de calidad. El aporte privado a la salud está en vías de extinción, lo que nos dejará en un monopolio estatal.
A medida que nos acercamos al 2025 estos signos de los tiempos nos invitan a reflexionar sobre el país que queremos construir. Es momento de recordar que, pese a nuestras diferencias, hay un horizonte común que podemos alcanzar si trabajamos juntos.