La inflación se ha convertido en el dolor de cabeza para todos los colombianos. La aceleración que experimentamos en el último año se ha robado una parte importante del poder adquisitivo del peso. Cerramos la inflación de 12 meses a fin de enero con el 13,25%.
Las perspectivas son que seguirá la inflación subiendo hasta el mes de marzo de este año. En efecto, las previsiones de Corficolombiana señalan que se tocará el techo de 14% en marzo, y se espera que de allí comience a reducirse poco a poco para estar cerrando el 2023 en un 10%. Dos conclusiones entonces, por una parte, van a seguir subiendo los precios. Segundo, a fin de año tendremos una inflación que sigue alta, y por fuera de los rangos que el Banco de la República ha dispuesto. Por ser de 10% será lo que los economistas llaman inflación de doble dígito. Y por ello, la expectativa es que el Banco de la República en marzo eleve de nuevo las tasas de interés, que llegaría al 13.50%, siendo también el punto más alto, para luego comenzar a reducirse. Así pues, nos falta todavía una última loma, eso sí, si no hay otro golpe externo que genere problema de abastecimiento.
Manizales históricamente ha presentado una evolución de Índice de Precios al Consumidor más dinámico que el promedio nacional. Desde 2017 hasta enero 2023, la ciudad ha tenido mayor inflación que la nacional los años 2017, 2018, 2020, 2021 y enero 2023. Mientras que ha estado por debajo del promedio nacional 2019 y 2022. Hay, pues, una tendencia mayor a estar por encima del promedio nacional, lo que nos debe hacer pensar en la necesidad de establecer dinámicas productivas más fuertes. Una principal es el abastecimiento de alimentos, en el 2022, significaron el 27% de la inflación, restaurantes y hoteles 18,5% y muebles para el hogar que experimentó una variación del 18,25% estos fueron los tres grupos que estuvieron por encima del promedio nacional. Una estrategia bien centrada en el abastecimiento de alimentos puede contribuir de manera muy positiva a la defensa del bolsillo de todos los ciudadanos.
Acordémonos que la inflación ha golpeado de manera más ruda a las familias de menores ingresos. La inflación efectiva para los pobres fue del 14,92%, es decir casi 15%, mientras que para los más adinerados fue del 11,52%. Esto es lo que se llama el efecto regresivo de la inflación, es decir, reduce proporcionalmente más el ingreso de los menores estratos socioeconómicos. Una razón más para focalizar esfuerzos para su reducción por su impacto social.
Y la solución no está en el control de los precios, pues son más las distorsiones que generan en el mediano y largo plazo, que el bienestar fugaz del corto plazo. Es pues necesario, producir más, generar más riqueza, asegurar el debido abastecimiento en los mercados. Esto no quiere decir que en aquellos sectores que están sobrecargando los precios con ineficiencias o con ganancias injustas, debe haber una intervención del Estado. Pero no puede ser la regla general.
Para que afloje la inflación se requiere un fortalecimiento del aparato productivo, empezando por la seguridad alimentaria. El rol de un campo productivo y eficiente será el mejor legado que pudiéramos dejar para la posteridad. Hay que hacerlo con juicio, con acompañamiento técnico, pero especialmente, con los recursos necesarios.