Durante la campaña a la Presidencia de la República el entonces candidato Gustavo Petro nos dijo que se requería que un economista dirigiera el país, debido a que los grandes retos en esta materia solo podían ser solucionados por un experto como él y que las comunidades iban a “vivir sabroso”. 28 meses después de su posesión, lo prometido en los asuntos económicos no se ha cumplido y el país se sumerge en un torbellino de incertidumbre, aumentando la zozobra de la ciudadanía por alcanzar el sustento.
La economía del país va por mal camino y la generación de desarrollo rural para transformar la vida de los campesinos quedó en una declaratoria, pero sin hechos concretos para responderle a esta población históricamente excluida. Mientras tanto, el Ministerio de Agricultura no invierte el dinero que le fue asignado para avanzar en proyectos que beneficien al campo, ejecutando tan solo el 24% de los 9.19 billones presupuestados para este sector; es decir, el Gobierno nacional sí tiene dinero para reactivar la ruralidad, pero prefiere tenerlo en cuentas bancarias que transformarlos en bienestar para los campesinos.
Ante este escenario tan desesperanzador, existe una gran oportunidad para millones de campesinos en más de 603 localidades de Colombia, el buen precio internacional del café que llega a 109 países, sumado al incremento de las ventas en el exterior pasando de 10 millones a 11,9 millones de sacos, que está permitiendo una bonanza en este sector. En Caldas, esta situación representa una relación directa con la economía de los municipios, incentivando a los sectores productivos a través del desarrollo rural.
Cómo dicen mis amigos los cafeteros, “vamos al grano”. Este contexto positivo que se evidencia en la actualidad no habría sido posible sin la Federación Nacional de Cafeteros, recordemos que el presidente Petro pretendía quitarle los ingresos del Fondo Nacional del Café a más de 340.000 productores que están agremiados e intentó sabotear la elección de su dirigencia para incorporarle cálculos políticos; gracias a la determinación de los caficultores y las instituciones que los representan, se evitó una desgracia que habría traído consecuencias gravísimas.
Ahora, el reto es continuar abasteciendo de café al mercado internacional, superando la carencia de disponibilidad de contenedores y la falta de espacio en los buques para llevar el grano, aspecto que debe ser solucionado prontamente para entregarle al mundo la producción de los cafeteros. No creo que sea mucho pedirle al Gobierno nacional que apoye en esta situación, sería una canallada que ante el impulso que los cafeteros le están entregando a la economía, no reciban ni un solo esfuerzo de la dirigencia del país.
Me alegra ver el progreso de los cafeteros, el cual ha sido el resultado del trabajo duro y en equipo, articulándose los campesinos que con sus manos seleccionan el mejor producto, los Comités municipales que son ejemplo de disciplina y el Comité Departamental que ejecutó un excelente plan cosecha. Seguramente ya están trabajando para lo que se vendrá el próximo año, posterior a esta gran producción, pero en equipo como siempre lo han hecho superarán todos los retos que vendrán.