Entre los testimonios que más tocaron mi corazón en la Cumbre Mundial de los Objetivos de Desarrollo Interior, IDG por su sigla en inglés (innerdevelopmentgoals.org), estuvieron los de Rana Salman y Chen Alon. Fue impactante cuando subieron al escenario una mujer de baja estatura, ojos grandes, cejas marcadas, cabello oscuro, vestida de negro; a su lado un hombre blanco, corpulento, de ojos claros y expresión amable. Chen es de origen judío, profesor activista y cofundador de Combatientes por la Paz, nominado con Sulaiman Khatib, al Premio Nobel de Paz 2017. Rana nació en Jerusalén, pero desde niña vivió en Belén-Cisjordania territorio Palestino, codirectora ejecutiva de Combatientes por la Paz.
Chen relata su transformación de comandante militar a activista por la paz, destacando un momento en el que renunció a ser parte de la ocupación, cuando tuvo que enfrentarse a un grupo de niños palestinos a los que debía atacar; los niños tenían la edad de su hija a la que unos minutos antes había estado protegiendo. Rana cuenta cómo ha sido vivir bajo la ocupación israelí, las restricciones en recursos y servicios básicos, agua y electricidad, no poder ir a su ciudad natal y no poder cruzarse con un israelí, así como su lucha constante por los derechos humanos y la justicia.
El mensaje de esta pareja es para todos: no se trata de trabajar en esfuerzos individuales de construcción de paz, de ser parte de una comunidad de organizaciones por la paz, se trata de ser parte de una familia en la que todos abrazan el principio de la no violencia y la humanidad compartida. Ambos provienen de un lugar que enfrenta una devastación, destrucción y pérdida de vidas inocentes. El ataque del 7 de octubre de 2023 fue una prueba muy difícil, “todavía hay violencia dentro de nosotros, cuando vimos las imágenes de las ciudades y pueblos alrededor de Gaza, sentí odio, quería vengarme, sentí que todas las emociones negativas salían a la superficie, desde el estómago hasta la garganta, pero nos dimos cuenta que este es un momento de responsabilidad, un momento de verdad para nosotros, somos la única organización del movimiento palestino israelí que sobrevivió a las atrocidades y asesinatos en masa de ese ataque y que han venido después”.
El desarrollo sostenible requiere que superemos el miedo, mirar a nuestros enemigos como nuestros aliados, somos seres humanos con historias que involucran padres, abuelos, hijos, hermanos, sobrinos, nietos, familias que tal vez lo único que quieren es tener una vida digna. Pasa en Gaza, en el Líbano, en Ucrania, en Siria, en Venezuela, y tal vez en el patio de nuestra casa, pero la búsqueda de beneficios y bienestar individual nos impiden ver al otro que es distinto a mí, como mi hermano, como alguien que también sufre y tiene necesidades.
Después de dos días de escuchar testimonios sentí que si no puedo poner un granito de arena para aportar a un mundo mejor, tal vez no tengo derecho a vivir. Recuerdo la hermosa frase de Martin Luther King: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”. Si llegó hasta aquí, lo invito para que revise qué está haciendo y qué puede hacer, a partir de hoy, para ser parte de esta familia humana que clama por su dignidad y bienestar.