Dos exigentes partidos de pretemporada hizo Once Caldas para la Liga II-2024, que comenzará dentro de 8 días. Empató 1-1 con América y venció 1-0 a Nacional, dejando sensaciones agradables así haya acudido nuevamente a cantidad sobre calidad en materia de refuerzos.

Cinco altas: Lucas Ríos, Michael Barrios, Joel Contreras, Jesús Hernández y Jefry Zapata, esperando una más, que podría ser Carlos Sierra, por seis bajas: Billy Arce, Gustavo Torres, Mauricio Castaño, Johar Mejía, David Lemos y Daniel Quiñones, éste por lesión de ligamentos.

Las novedades son el argentino Ríos, proveniente del Cúcuta; Barrios, quien llega del América y tiene experiencia. Ocuparán las plazas de Billy Arce, destacado durante el primer semestre, y de Gustavo Torres, pieza del técnico, con más minutos que fútbol. Y el venezolano Hernández, que parece un buen sustituto de Dayro. O sea, pocos valores agregados.

La lógica señala que está más cerca del éxito la escuadra de postín, armada para tal fin. La que apela a otras variables está sujeta a circunstancias indefinidas, como es el caso del Once Caldas, que no presenta soluciones reales y juega un poco a la lotería.

Un equipo para que Herrera y sus colaboradores lo potencien, como hicieron el primer semestre, y cree este cronista que pueden lograrlo, porque tiene trabajo acumulado y una propuesta con solidez defensiva, que deben perfeccionar en el ataque. Diera la impresión de que es cuestión de paciencia y tiempo, porque hay jugadores que pueden explotar: veo a Luis Palacios con ‘lomo’, técnica y remate, y a John Araújo con progresos.

Sabido es que, difícilmente, con la actual administración del Once Caldas vinculen figuras que marquen diferencia. La política de mínima inversión sustenta la apuesta por los jóvenes y con eso el Arriero se tiene que conformar, aunque, igual, ofrece dividendos.

De hecho, la última clasificación a cuadrangulares fue concebida sin un plantel pomposo, con deficiencias, pero que en cancha reflejaba seguridad, limitada en ocasiones por la ineficacia de los atacantes, traducida en una anemia ofensiva que sí o sí, debe superar.

Los laterales Juan Cuesta y Juan Pablo Patiño, el central Sergio Palacios y el volante Mateo García son muestra de consolidación con base en el aprovechamiento de las oportunidades.

Casi para entenderlo como una premisa directiva con grandes aciertos del cuerpo técnico.

Todos quisiéramos un plantel hecho en cada posición, tipo Tolima, que aquí no cabe por el proceder del presidente Castrillón. Sin embargo, con ese plan promocional y la respuesta de los muchachos, Herrera ha creado un conjunto confiable, que parte del trabajo.

Una manera de mirar las cosas, que seguramente muchos no comparten porque, al igual que quien escribe, piensan que Once Caldas, por historia y por capacidad estructural, debería apuntar a logros desde la planeación estratégica, sin experimentos ni ensayos.

Es lo que toca, diría el parroquiano, con elementos que invitan a creer: los amistosos. América no le pasó por encima y Nacional, que atacó todo el período complementario al ponerse perdedor desde el minuto 47, se topó con la muralla defensiva que, como en la liga, es el fuerte del esquema.

Además, en este Once Caldas son indiscutibles la entrega, la actitud y el profesionalismo, tanto como la unión del grupo. Mateo García es el eje, los arqueros dan garantía, atrás está lo mejor y del medio hacia arriba hay multitud. Ojalá cuajen los hacedores del gol.

Una visión futurista, sobre realidades, llena de optimismo frente a lo que parece una causalidad dirigencial, empeñada en cumplir más que en competir. Herrera y sus muchachos, por fortuna, piensan distinto, y yo, particularmente, les creo.

Hasta la próxima...