Se habla del ser humano como “homo sapiens” (ser humano sabio), pero otros le llaman “homo humus” (hombre tierra, terreno) sobre todo cuando se presenta miope, sin horizontes, esclavo de caprichos pequeños. Aquel futbolista se presenta al director, pero no se inserta en el grupo, no gusta del juego en equipo, sólo asiste a entrenamientos cuando le parece bien o no está enguayabado; gana bien, pero labora poco en su profesión; juega bien, pero sólo cuando se siente animado. No es de extrañar que pronto sea despachado del club por ser más una carga que una solución o parte del engranaje táctico.

Aquel ciclista es hábil, pero es difícil tenerlo en tónica entusiasta, no le gustan ciertos parajes, no va a entrenar de madrugada o en días lluviosos. Pronto, por veloz que sea, será despedido de la escuadra a la cual pertenece. Aquella empleada dice gustarle el trabajo, pero no acepta la inducción que se le pide ya que dice conocer bien su oficio; no será recibida.

Me parece que estas actitudes de tantos (as) homo humus son corrientes hoy y se aplican a muchos que se dicen creyentes en Dios, seguidores del Camino propuesto por Jesús. Muchos afirman tener fuerte fe, van a misa “cuando sienten deseos”, practican la infidelidad matrimonial y la sellan con un beso traidor a su cónyuge; llevan cadenas, medallas, manijas pero han olvidado la misa dominical, el amor al prójimo sobre todo al más necesitado, critican todo y a todos.

Han olvidado los Mandamientos, el amor a Dios y al prójimo manifestado no en palabras sino en obras de misericordia y lealtad. Se han hecho un creer a “su manera y gusto” olvidando que asistir a la comunidad o asamblea dominical es deseo expreso de Dios.

Se volvieron homo humus porque olvidaron que “no todo el que reza, que dice Señor, Señor, entra al Reino de Dios” (Mt 7,21). Pablo enmarca bien el compromiso del creyente en símil del deporte: “ustedes saben que los que corren en el estadio, no todos ganarán el premio, corran de manera que lo ganen” (I Cor 9 ,24). Pasemos de ser “homo humus” (hombre terrestre sin horizonte) a ser “homo celebrans” (ser humano que celebra la vida en la Fe y el amor)”.