Para educadores y padres de familia, la adolescencia de jóvenes se ha convertido en un dolor de cabeza ya que se cabalga en la rebeldía, en la batalla frente a multitud de ofertas que llegan como invitación al goce de la vida.
El 15 de abril de 1891 nació en Santiago de Chile una niña, en momentos de grandes dificultades políticas y sociales del país en guerra. La familia de esta niña tuvo que huir hasta los límites con Argentina, murió el padre y la situación se tornó difícil.
Mercedes, la mamá de la niña, resolvió unirse a una caravana de emigrantes y pasó a la Argentina. Se logró instalar pobremente en la población de Quilquihue y pronto un terrateniente del lugar, rico y de gran hacienda en su haber, ofreció trabajo a la afligida señora. La niña tenía ya 9 años, y la madre confió la educación de la niña y de su hermanita a las hermanas Salesianas, que tenían un pequeño colegio en Junín de los Andes, con residencias para alumnas.
Allí empezó la pequeña niña a sobresalir por su empeño por ser la mejor, por ocupar los mejores puestos en estudio, trabajos y vida cristiana hasta llegar a pensar en hacerse hermana salesiana. A los 10 años hizo su primera comunión y se conserva una hojita de cuaderno en la cual se lee lo que ella escribió ese día: “Dios mío, quiero amarte y servirte durante toda la vida; no deseo ofenderte con el pecado”.
Surgió un hecho que ofendió a la ya adolescente llamada Laura Vicuña: percibió que su madre había caído en terribles garras del patrón, que le exigía todo servilismo e intimidades para conservarla en su trabajo. El descaro del patrón llegó al colmo de empezar a buscar y seguir a la joven atractiva Laura y tramar trampas y amenazas para lograr sus innobles pretensiones. Laura hizo gestiones para volver al colegio y amparo de las Salesianas, suplicando a su madre que se alejara de las garras del opresor y abusador.
Un día se le descubrió un mal físico indefinible y empezó la lucha para estar fuerte en la enfermedad. Murió el 22 de enero de 1904 a los 12 años y nueve meses de edad, ejemplo de valentía. La mamá, Mercedes, dejó definitivamente el cerco de su esclavitud.
La iglesia, después de algunos años, elevó a la canonización a Laura Vicuña, adolescente de lucha y valentía, orgullo de Chile y Argentina, belleza juvenil que une su sonrisa y alegría al coro de valiosa juventud de América Latina para el mundo.