Hoy se ha vuelto tema de primera línea reciclar, entendido como la técnica para recuperar desechos y reintroducirlos en el ciclo de producción y dar una mano a la recuperación del equilibrio ambiental en este cambio climático. Es lograr que mucho de lo que se considera ya inservible pueda ser reutilizado en fusión con otros materiales. Es también, entrando a otro plano, adaptar los progresos industriales, científicos y políticos diferentes a la marcha del bien común; es llegar a unir elementos dispersos o diferentes hacia una causa común.
Recordemos esto porque hoy es el Día del Reciclador, de aquella persona que adelanta el arte de volver útil lo que ya se tiene como pasado, inservible. Vemos a niños y niñas que hablan de reciclar en botellas de plástico que luego se presentan como juegos infantiles para el uso de escuelas, parques y centros de recreación. Es cierto que lo que antes se tenía como basura llega a ser ahora elemento que en nueva presentación es nuevo elemento.
Gratitud y felicitaciones a nuestros recicladores que rescatan mucho de lo llamado basura para convertirlo en objetos beneficiosos y útiles; es un arte que, con buen manejo de la naturaleza, transforma la presentación de lo que se creía inútil, acabado. El papa Francisco, en su carta Laudato Si, se une a la utilidad del buen uso de lo creado.
Enfocando el reciclaje en sentido social vale la pena resaltar la vida de Robert Schuman, un gran político francés cuyo proceso de beatificación está en marcha. Abogado de profesión, se abrió camino en la vida política al servicio de varios países. Murió cerca de Metz el 4 de septiembre de 1963. Hizo labor de reciclador social gracias a los muchos cargos sociales que desde su vida cristiana ejerció con el sello de vida en justicia para todos. Fue ministro de Hacienda en 1946, primer ministro en 1947, ministro de Asuntos Exteriores de 1948 a 1953, trabajó por una Europa unida y reconciliada.
En el ejercicio de sus funciones, vivió bajo la luz del Evangelio; sin tacha de corrupción, orgullo ni oportunismos personalistas. Hombres así, recicladores de las diferentes situaciones sociales e históricas, son necesarios hoy más que nunca. Ojalá enrutemos la vida buscando unidad en justicia y paz como es invitación del Evangelio de Jesús.