No sé dónde ocurrió; estaba en preparación el gran concierto de una gran figura de la música. Parlantes, orquesta, pantallas, vallas y adornos gigantes; todo dispuesto para que cuando llegara se diera cuenta de cómo se le esperaba. Lo que nadie sabía era que él estaba desde temprano mirando desde la gradería. Lo habían ignorado.

Sin ser pesimista, me parece que el tema de la Navidad se asemeja. Almacenes repletos de adornos navideños, calles preparadas con ofertas de toda clase. No creo que sea fuera de base, pero lo que sí me parece es que a última hora nadie se percata por qué se celebra Navidad, se olvida al eje y protagonista esencial. Me atrevo a resaltarlo ante el acontecimiento de la muerte de León Tolstoi, ocurrida el 20 de noviembre de 1910. Es uno de los grandes escritores y pensadores de la literatura rusa y universal. Nacido en 1828 en cuna de condes, se acercó a la vida de Jesús de Nazaret quien le iluminó su existencia. Con su vida y sus escritos llegó a impactar la vida rusa hasta ser ídolo de la juventud.

Lector asiduo resaltó la Iliada, la Odisea, a Jenofonte y Víctor Hugo que le despertaron su genio narrativo. Hizo la amalgama entre la belleza de la palabra, la filosofía, la vida social y la religión dando a luz multitud de obras que no pasan al olvido y siguen ardiendo como antorchas de la vida.

Fue ejemplar en su vida personal, matrimonial y social. Desde su matrimonio, en 1862, hizo de su vivienda la Escuela Yasnaía Poliana, una fuente de buen vivir. Como un profeta era caudal de sabiduría vital y llegó a anotar que desde su fe, sus pensamientos y actos eran como “vivas llamaradas de belleza y amor” que podían dirigir los pasos de injusticias y odios hacia la serenidad y la paz.

Sus novelas como: Felicidad conyugal, Guerra y paz, Ana Karenina (considerada por Dostoyevski como una obra de arte perfecta ) y Resurrección, Tolstoi abre panoramas factibles y constructivos. En la parte de sus cuentos populares florece un campo de notas de Evangelio. Basta recodar a: El aprendiz de zapatero, Donde está el amor allí está Dios, El pecador arrepentido, El origen del mal, La semilla milagrosa y otros más.

Decir la verdad, la no violencia, compartir en familia y con los pobres y caminar siguiendo los pasos de Jesús hicieron de Tolstoi un ejemplo de un león hecho un feliz cordero. Buena manera para empezar Adviento.