¿Corrupt@ yo? Nooo, ¡qué tal! Esa es la respuesta obvia, rápida, instintiva de las personas a esa pregunta. ¿Pero en el fondo, sinceramente, esa es la respuesta? ¿Estamos totalmente seguros? Encontrar a alguien conocido en una fila y pedirle que nos meta, darle plata al agente de tránsito para que no nos multe, darle dinero al técnico de la empresa de servicios públicos para que no nos corte el servicio, hacer trampa en exámenes académicos. No nos avergonzamos, nos parece una viveza digna de contar que utilizamos nuestro poder para el beneficio propio en detrimento del interés colectivo, que es básicamente como Transparencia por Colombia describe la corrupción.
Tenemos cierta obsesión por llegar primero, por adelantar a los demás (evidente en las vías), por ser más “avispados”. Eso sí, vemos con gran facilidad la paja en el ojo ajeno. Señalar y juzgar es más fácil. Quejarse de la gran corrupción es fácil, pero ¿qué hacemos en el día a día para cambiar ese pensamiento característico de los colombianos que reza que el vivo vive del bobo? ¿Qué hacemos para ayudar a controlar lo público?
El Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional 2023 calificó a Colombia con 40 puntos sobre 100, (siendo 0 un país percibido como muy corrupto y 100 muy transparente) y un estudio realizado por Transparencia por Colombia concluyó que entre 2016 y 2022 se perdieron en el país 21,28 billones de pesos por hechos de corrupción. La pregunta es en qué medida, como sociedad, somos responsables de la gran corrupción al permitir la pequeña que se da a diario en nuestro entorno, que nosotros protagonizamos, que nosotros permitimos y callamos. ¿Por qué pensar que una sociedad de pequeñas trampas no va a desencadenar en grandes hechos de corrupción?
Pero cuando vemos que se despilfarra la plata pública nos escandalizamos, pedimos que los responsables paguen; es decir, que actúen, la justicia castigando, y el gobierno o las instituciones detectándola y evitándola. Pero nosotros no tenemos velas en el entierro. Estamos cansados de la corrupción, pero no reflexionamos qué cuota de responsabilidad tenemos en ella. La sociedad es la que construimos todos los días, es el reflejo de nuestros comportamientos en la casa, en el trabajo, en la calle.
Transparencia por Colombia publicó un documento titulado Recomendaciones para combatir la Corrupción en Colombia, ninguna apela a la responsabilidad de la sociedad en general en el fenómeno, no se habla de la necesidad de fortalecer la ética, los valores. La corrupción no es un asunto de gremios, de sectores sociales, de zonas geográficas, de derecha o de izquierda. Es una falla de la sociedad en general. Tal vez no pasar por encima de los demás sea un acto sencillo que empiece a crear una sociedad más justa y menos corrupta.