Sin duda, estamos atravesando una crisis en el sector cultural que ha impulsado a muchos a alzar la voz. Tras la prohibición de las corridas de toros y la necesidad de Manizales de reinventar su Feria, considero que este es un momento propicio para iniciar esta discusión. Estoy convencido de que las crisis, si se manejan adecuadamente, son las mejores oportunidades para la innovación. Dado que no soy experto en temas culturales, he decidido ceder la columna de esta semana a mi hermano. Además de ser presidente de la Sociedad de Arquitectos de Caldas, es una autoridad reconocida en el ámbito cultural de nuestra ciudad. Los dejo con las palabras de Santiago:
Es tanta la angustia colectiva por la crisis que estamos viviendo en la ciudad en el sector de la cultura, que mi hermano Juan Martín me ofreció su columna para hablar al respecto. Porque de buenas intenciones está lleno este medio, enmarcadas en acciones poco efectivas y tratando de sobrevivir en una sarta de promesas incumplidas por la Administración. Pero este no es un secreto. Llevamos varias administraciones en las que la cultura es, obviamente, parte fundamental de los compromisos de campaña, pero en la ejecución termina siendo la más mutilada presupuestalmente.
Manizales es una ciudad con más de 450 mil habitantes, una población flotante estudiantil mayor al 10% y una cantidad de auditorios, salas de teatro, pequeños espacios expositivos, parques y centros de exposiciones ávidos de proyectos culturales. Desde febrero, la ciudad promedia aproximadamente 120 eventos culturales al mes, un aproximado de 4 al día, el 80% gratuitos y el 1% apoyados por la Administración. Lo sé porque me he dado a la tarea de encontrarlos, porque además tienen un sistema de difusión precario, y que agrupo usando una frase que se oye mucho: en Manizales no hay nada qué hacer. Me pregunto cómo una ciudad que genera tantos proyectos, con una población flotante tan alta que busca entretenerse, con tantos habitantes que consumen cultura y con una política nacional de atraer turistas a la región, permite agotar el sector cultural hasta asfixiar a sus protagonistas.
A sabiendas de que nuestra Feria (la principal impulsora del turismo de la ciudad) en 3 años se va a quedar sin uno de sus mayores atractivos, aparte del obsoleto reinado, esta ciudad no ofrece en la programación nada diferente a vender licor en los espacios públicos. ¿Vamos también a dejar que se muera? ¿Qué podemos hacer, aparte de pretender que la Administración tiene que dar cada vez menos migajas y no discutirle para que no cierre el chorro? Creo que también hay que hablar sobre las audiencias. La ciudadanía dejó de interesarse en la cultura, en parte porque la concepción elitista que reina la encumbró en un lugar lejano. Pero es muy diciente que, siendo el 80% de los eventos de la ciudad gratuitos, la gente poco asista.
La realidad es que el abandono de la cultura no solo afecta a los gestores y artistas, sino a toda la comunidad. La cultura es lo que nos une, nos define y nos da un sentido de pertenencia. Si no la apoyamos y fomentamos, no solo perdemos eventos y espectáculos, sino una parte esencial de lo que somos como sociedad. Acá los eventos culturales se han ido reduciendo a su mínima expresión con el máximo esfuerzo de los y las gestoras. Nuestra construcción de ciudad en las montañas siempre ha sido caso de asombro y así mismo quienes gestionan la cultura están haciendo cosas imposibles. Los felicito, pero los gestores necesitan más. Necesitan más apoyo de la ciudadanía y que asistan a sus eventos. Necesitan apoyo de los entes regionales para que les ayuden a fortalecer sus conocimientos administrativos, gerenciales, de comunicación, de difusión y de la misma gestión cultural.
Necesitan que existan políticas públicas que permitan que las nuevas generaciones se apropien, pero sobre todo necesitan que los reconozcan, que hagan parte de los procesos de construcción de la ciudad y que tengan un presupuesto administrativo responsable de acuerdo con lo que realizan. Tenemos en las y los gestores culturales la posibilidad de encontrar factores diferenciales para volver a Manizales, y a nuestra Feria, una potencia turística a través de la cultura que acá se gesta.