Cada vez que el crecimiento económico está por debajo del 1,0% que crece la población, el colombiano promedio se vuelve más pobre. Ya sabiendo que tuvimos un mal crecimiento del 0,6% del PIB durante el 2023, el mal desempeño del primer trimestre no se excusa por anomalía estadística. Si bien el dato sigue siendo positivo, 0,7%, mucho mejor del escalofriante -0,8% que pronosticaba el NowCast de Bancolombia a mediados de marzo, el hecho es que es insuficiente para luchar contra la pobreza. 
Si el Gobierno no reacciona pronto, esto no será una mera conversación de economistas. La falta de progreso económico tendrá consecuencias políticas adversas para el Gobierno y sus aliados en las próximas elecciones. Un hombre con hambre, vota con rabia. 
Nos estamos volviendo cansones pidiéndole al Gobierno medidas contracíclicas y regulación que fomente la inversión privada, pero es increíble que en esta desaceleración no puedan ejecutar ni siquiera el presupuesto aprobado. Después de la corrupción, no hay mayor pecado en la administración pública que la pereza administrativa. Miles de funcionarios cuya única labor es recoger su sueldo y hacer activismo, no merecen el título de servidores públicos, ni su cargo. Los argumentos para una nueva reforma tributaria, que frenaría aún más la economía, son absurdos si la plata se va a ir a dormir en fiducias. Muy poco cambio es posible en nuestra sociedad sin trabajo.
Entendiendo el alza en la tasa de interés, el hecho puntual es que llevamos 21 meses con caída en el sector vivienda. El cambio filosófico para que Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, y Barranquilla no construyeran tanta vivienda para los pobres, sino que esta se hiciera en zonas rurales, francamente fracasó. Los nuevos trámites y permisos creados por Minvivienda no solo frenaron la vivienda social en 49,7% en el 2023, sino que aún frente a esos malos números una adicional contracción del 17,7% en el primer trimestre. 
La filosofía que motivó los nuevos trámites debe repensarse, es de sabios corregir errores. La vivienda no solo juega un papel social, sino un multiplicador poderoso de la actividad económica. Si la política del sector volviera a funcionar sería idóneo para recuperar el empleo y el crecimiento. La mala racha del comercio, que completa doce meses de decrecimiento, es un síntoma del colapso económico. En marzo de 2024 esta caída fue de 5,6%. En sectores como la compra de vehículos y repuestos supera el colapso es del 16,0%, en celulares es 10,9%, y en prendas de vestir supera el 10,0%. Eso sin la caída del 7,5% en consumo de farmacéuticos, que también contribuye al desabastecimiento creado por la lentitud del Invima y la fracasada reforma a la salud. 
Con la manufactura cuatro trimestres en rojo, preocupa que la caída del más reciente fuera del 6,0%, esperamos que haya una reacción del Gobierno pronto. El mal crecimiento eventualmente afecta el empleo. El Gobierno logró su meta de disminuir la actividad petrolera con la menor cantidad de taladros activos desde la pandemia, no es seguro que la bonanza de inversión petrolera del 2023 se mantenga. Con la inflación todavía al 7,7%, el sentimiento del consumidor en territorio negativo, es lamentable que la única buena noticia económica sea el aumento de remesas que envían los colombianos del exterior.