El sistema de conferencias de las partes del cambio climático ocurre anualmente para evaluar y proponer avances. En su versión 28, prevista en Dubái a finales de noviembre, resultó polémica la designación de Sultán Al Jaber a presidir la reunión. Él es ministro de Industria y Tecnología Avanzada, pero también es presidente de la petrolera estatal. Varios activistas argumentan que existe conflicto de intereses, considerando que EAU no solo es miembro de OPEC, sino que es uno de los principales exportadores de petróleo. Sin embargo, dado el sustancial esfuerzo diplomático, es posible que se abra un debate interesante: ¿Puede la industria de petróleo ser carbono neutro? Todo indica que sí.
Se celebró inmensamente el esfuerzo de la COP 21 en París, por ser el primer evento donde se alcanzaron metas concretas frente a la disminución de emisiones de gases efecto invernadero (GEI). El logro no es una camisa de fuerza, cada país, con la regulación que escoja, puede definir lo que va a lograr en reducción. De esta manera, es la presión de la ciudadanía y la comunidad internacional la que conduce a lograr la meta colectiva. Lo que falta es regulación para los sectores más contaminantes globalmente, incluyendo el petróleo, ya que las responsabilidades nacionales no permiten acuerdos. Nadie quiere de manera individual ser el único que asume costos, perdiendo competitividad.
Así como era necesario un feroz anticomunista como Nixon para que EE.UU. hiciera la paz con China, puede que sea el presidente de una petrolera estatal el que nos genere los primeros estándares comúnmente aceptados para los sectores más contaminantes. Tras conversaciones con más de 50 presidentes de petroleras, se está generando un protocolo para lograr el deseado petróleo verde antes de 2050. No solo eso, también se lograría un entendimiento sobre acero, aluminio y cemento. El propósito puntual antes de 2030 sería ser emisores neutros de metano, avances que se pensaban hasta poco impensables.
Sí existen voces de ONG buscando la eliminación gradual de hidrocarburos, pero puede que estemos lejos de esta meta. En la última COP en Glasgow, se estuvo cerca de un lenguaje que gradualmente eliminara el uso de carbón térmico. El énfasis de esta COP estará más enfocado en modernización que en prohibición. EE.UU. con EAU están pujando duro al sector de hidrocarburos a desarrollar el mercado de hidrógeno, fomentar las tecnologías de captura de carbono, eliminar el metano e incrementar de manera exponencial las energías renovables. Toda esta agenda debería estar replicándose en Colombia, pero se ve poco de este esfuerzo en la política pública.
Razonablemente, Minminas está enfocando en la eminente crisis de El Niño, pero Minambiente, Hacienda, DNP, ANH y Ecopetrol podrían ser mayores protagonistas. En todos los sectores de modernidad el potencial de Colombia es masivo, se podría generar la posibilidad de que en el país también ocurra la innovación. Sabiendo que rogar para intercambiar deuda por conservación tiene poco futuro, Colombia debería liderar la integración de mercados globales de carbono, pero ni siquiera se ha creado el mercado nacional. En lo diplomático, lo perfecto es enemigo de lo bueno, si somos inteligentes entenderíamos que los vientos globales soplan a nuestro favor.