El receso del Congreso puso en perspectiva el desastre que fue la agenda legislativa. Tras un mal primer año de iniciativas, el fracaso del segundo periodo fue contundente. El diálogo político fracasó en todos los frentes. Todas las principales iniciativas del Gobierno naufragaron, terminando en la salida por la puerta de atrás del Mininterior. Ya empezando el segundo tiempo del cuatrienio, si el Gobierno no presenta en esta legislatura que se inició ayer su agenda de cambio, va a acabar siendo el periodo más inconsecuente en la historia reciente del país. Que no pase nada, en un país con tantas necesidades de cambio, también es malo.
La reforma a la salud, enfrascada en una disputa dogmática sobre el mal llamado aseguramiento, se hundió. Buscaba un incremento en la estatización del sistema, eliminando la veeduría que disminuye costos y fraude, para pasarnos a un gasto sin control, sin recursos garantizados. Su fracaso se hizo evidente en el caos que fue el piloto del “modelo Corcho” con los pobres docentes de Colombia. Razón tuvieron líderes del senado como Lorena Ríos y Miguel Ángel Pinto en hundir la reforma en la comisión. La salud debe reformarse, especialmente después de las mal llamadas “intervenciones” de la Supersalud y el retiro de los principales prestadores. Ojalá el Gobierno esté dispuesto a escuchar a expertos y lograr compromisos, al tomar control arbitrariamente del sistema ya no tiene a quién echarle la culpa.
La reforma pensional es otro fracaso, lo que empezó con un consenso propuesto por el Banco Mundial para que el régimen de prima media diera un apoyo social hasta un umbral y de ahí en adelante entrara a funcionar el ahorro individual, acabó en un escándalo de comisiones. La primera primiparada fue acoger el texto de Senado en la Cámara, sin permitir debates ni proposiciones. Esto lo tuvieron que hacer porque el caos del debate en Senado tomó tanto tiempo que en Cámara se iba a hundir si había debate real. Esto equivale a meter un gol con la mano, eventualmente el VAR de la Corte Constitucional lo va a invalidar. Ahora cuando vuelva al Congreso para ser subsanado tocará ver con detalle la polémica proposición de comisiones para los fondos.
La reforma laboral tuvo lo que en el Congreso llaman una muerte digna, salió de la Cámara, pero tan modificada que en nada se parece al proyecto original. Si bien disminuye el horario laboral y fortalece dominicales, todo lo que buscaba quebrar las empresas digitales, los privilegios sindicales, entre muchos, salieron del proyecto de ley. Aunque la victoria no está cantada, falta el trámite del Senado.
Finalmente, la ley de Educación Superior que era un mero saludo a la bandera, algo filosófico sobre el derecho fundamental a la educación, se cayó por la mala maña del Gobierno de hacer acuerdos, aprobar textos y después arrepentirse. Por esta misma razón, fue imposible sacar adelante la reforma a la salud. Si no hay palabra, no puede haber compromisos. Si no se puede tener éxito en temas legislativos, mucho menos en un gran acuerdo nacional. No se nos olvide que aquel que en lo muy poco es injusto, también en los mucho lo es.