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Faltan todavía poco más de tres meses para que se termine el 2024 y hay una estadística en la que Caldas ya perdió el año. El viernes pasado se alcanzó la cifra de todo el 2023 de personas muertas en accidentes de tránsito en este departamento. Es lamentable que sigamos acumulando los números negativos en este aspecto. No podemos pretender que este tema no tiene solución. Se requiere combinar autoridad, campañas de prevención y concientización de la ciudadanía.

Del total de muertes ya van 55 motociclistas y 20 peatones, varios de estos por cuenta de las motocicletas. Es lamentable que a pesar de lo mucho que se habla del tema, aún no se reduzca la estadística, que sigamos viendo cómo se incrementan las maniobras peligrosas en las vías. Cada día es más común observar motociclistas que con total desprecio por la vida suya y de los demás hacen piques en vías principales, se pasan semáforos en rojo y van a toda velocidad como si nada. Algunos de ellos modifican sus placas para que no puedan ser identificados plenamente, lo que muestra su actuar casi doloso.

La semana pasada el nuevo secretario de Tránsito de Manizales, Juan Felipe Álvarez, anunció que ya van a sancionar con los sistemas de fotomultas que dejó instalados y contratados la Alcaldía anterior. Anotó que esto lo hace porque se han dado cuenta de la cantidad de actores viales que se pasan los semáforos en rojo en la ciudad, práctica que antes no se cometía de tan flagrante manera. A pesar del incremento de los guardas de tránsito, esto parece que no ha servido más que para mejorar la movilidad, que es parte de su función, pero si no se traduce en el cambio de comportamiento de los ciudadanos, los resultados seguirán esperando.

Cuenta Mauricio García Villegas, en su libro El orden de la libertad (2017), que Francia tuvo un problema similar en los años 70 del siglo pasado cuando las muertes en accidentes llegan a 17.000 al año. La mejora de las vías y de los vehículos provocó que se incrementara la velocidad y esto propiciara más accidentes y muertes. El año pasado fueron 3.200. La mortalidad se redujo en cuatro veces gracias a una combinación de decisiones. Tomárselo en serio, como la tragedia que es, lo que implicó una campaña publicitaria agresiva de lo que sucedía, una invitación a la autorregulación de actores viales y la aplicación de obras que ayudarán a unas vías más seguras. Claro, también sanciones para los infractores. Se demostró que es posible.

¿Podemos lograrlo aquí? Debemos partir por entender este fenómeno como un asunto de salud pública, cuya solución nos beneficia a todos. Para ello se requiere autorregulación y eso solo se obtiene si se compromete a los actores viales. Autorregularse es aportarle a la sociedad, y dejar de confiar en que eso que les sucede a otros a mí no me va a pasar, como actúan y piensan la mayoría de quienes salen a las calles sin ningún respeto por las normas. Privilegiando su mirada individual y no la colectiva. Ah, pero también hay que promover campañas de prevención desde la autoridad. Y cuando todo esto se implemente, sancionar a quienes deciden insistir en incumplir las normas. Es un pacto social.