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Vivir en medio de una polarización política, económica y social no le ha dejado nada bueno a Colombia; todo lo contrario, ha causado mucho daño en el país, tanto así que hoy pareciera inalcanzable y poco probable volver a acercar sectores y poderes para lograr el acuerdo nacional del que tanto ha hablado y anunciado el Gobierno de Gustavo Petro, pero sobre el que poco ha hecho para consolidarlo. En cabeza del ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, se pone otra vez a sonar esta idea que presentó el viernes y se basa en cinco puntos fundamentales, varios de ellos que debe aplicar primero el propio Gobierno porque no ha sido congruente para cumplirlos como ejemplo al resto de la sociedad colombiana.
Llega con un nuevo nombre: Acuerdo Mínimo contra la Violencia y la Democracia. Habla de seguridad y de erradicar la violencia política, del respeto a las reglas electorales y al calendario electoral, de la transformación de municipios más afectados por el conflicto, del crecimiento económico con equidad y del compromiso con la deliberación argumentada y el trámite en el Congreso de las reformas sociales. Todos son puntos muy loables y nadie puede dudar que serían provechosos para una sociedad como la nuestra, tan golpeada, pero en lo que el Gobierno tiene una gran responsabilidad.
Desde el Ejecutivo provienen buena parte de los ataques políticos, sin dejar de reconocer que la oposición también hace lo suyo para alimentar las divisiones. Sin embargo, el Gobierno debería estar actuando para después convocar a consensos. Lo que hemos visto es que el presidente Petro ha aprovechado su cuenta de X para enfilar su artillería y atacar con airados mensajes a todo aquel que lo critica, o ha acudido a espacios que debería estar empleando para interlocutar con todos los ciudadanos para los que gobierna y ha hecho incendiarios llamados en defensa del progresismo que practica. Ministros, directores y jefes de dependencias nacionales no se han quedado atrás y también hacen lo propio.
Qué pueden pensar los territorios que, inclusive desde gobiernos anteriores y mucho más acentuado en el actual, han sido víctimas de violencias y del conflicto generado por grupos armados a los que el Gobierno ha dejado actuar sin hacer uso como debería de la Fuerza Pública, para evitar que acciones como los paros armados en municipios alejados del centro del país los excluyan de la equidad y del crecimiento económico y social. El Gobierno debe despojarse también de prevenciones cuando en el Congreso de la República no le aprueban una iniciativa, así funciona la democracia y así se debe aceptar.


Llegar a un gran acuerdo nacional, basado en la Constitución Política de 1991, sin modificarla porque no se necesita, es lo que se está esperando. Pero en definitiva es al Gobierno al que le corresponde dar el primer paso internamente y con sus actuaciones demostrarles a todos los colombianos sin distingo que el interés es mejorar el país, no atacarlo cuando las cosas no van en la línea política que promueve. Hay que comenzar por casa para luego convocar a que esto se replique en todos los sectores como lo están proponiendo.