Lo que mucho se ha criticado de los países latinoamericanos en lo electoral se está calcando en los Estados Unidos con el triunfo de Donald Trump. En el argot político, en esta parte del mundo, se emplea decir que cada torero llega con su cuadrilla, para indicar que, a la hora de gobernar, un mandatario busca rodearse de personas de su entera confianza. Hasta ahí no hay nada malo. Lo que ha causado revuelo en el país del norte es que Trump haya designado al hombre más rico del mundo, Elon Musk, para que forme parte de su equipo de gobierno.
Ayudará a dirigir el Departamento de Eficiencia Gubernamental, un nuevo organismo que se creará para hacer una amplia reestructuración estatal; para desmantelar la burocracia gubernamental, en palabras de Trump. Así vista parece una iniciativa bien intencionada, más si se cumplen los propósitos de hacer un gobierno austero y eficiente, pero aunque Trump ha asegurado que ni Musk ni su colaborador, el político republicano también millonario Vivek Ramaswamy, tendrán facultades directas para recortar gastos, expedir medidas o cambiar normas, este último ya expresó que lo que se necesita es hacer recortes al estilo Milei, pero más extremos.
Musk fue pieza clave para el regreso de Trump a la presidencia, igual que sucede con los políticos latinoamericanos que nombran personas que los han acompañado y financiado sus campañas. El multimillonario invirtió a través de un comité de acción (América PAC) unos 130 millones de dólares y trabajó incentivando a quienes se comprometieran para el regreso de Trump a la Casa Blanca. Además, como ocurre en esta parte del mundo, en Norteamérica también hay personajes que empiezan a pedir puestos para otros en altos cargos. Musk ya comenzó a hacerlo.
Este tipo de prácticas se tienen que rechazar porque fácilmente llevan a los terrenos de la corrupción. No puede ser que por tratarse de un multimillonario del mundo sus deseos se conviertan en órdenes. La subsistencia de muchos en EE.UU., como en los países latinoamericanos, depende de los cargos estatales y un paso en falso desde el gobierno podría desatar fácilmente una crisis laboral, que igual derivaría en efecto dominó sobre esa economía y luego en las demás del mundo. Nadie duda de las capacidades empresariales de Musk, propietario de X y CEO (gerente general) de Tesla y SpaceX; pero una cosa es asesorar a un gobierno y otra muy diferente que personas externas asuman el poder y tomen las decisiones. La participación de Musk en el gobierno podría causar muy rápido conflictos de intereses al resolver asuntos en favor de sus empresas.
La economía de los Estados Unidos sigue siendo de las más fuertes y sólidas del mundo, que quizás sí deba entrar en ahorros para casos identificados de despilfarro; pero lo que no debería estar sucediendo es que se quiera acabar con programas y dependencias estatales por el solo hecho de que vienen de un gobierno del partido contrario. Eso también sucede con frecuencia en Latinoamérica, para no ir muy lejos en Colombia, y en Caldas, con experiencias tan negativas que todavía recordamos, alcaldes que permitieron que quienes los apoyaron para llegar al cargo gobernaran en la sombra, y con pésimos resultados.