Celebran cerca de 3 millones 700 mil trabajadores que devengan un salario mínimo porque el incremento de su remuneración mensual para el 2025 será de 9,54%; pasando de $1 millón 462 mil incluyendo subsidio de transporte a $1 millón 623 mil 500. Lo lamentan empresarios y gremios, porque anticipan que provocará más desempleo, aumentará la informalidad y los precios. Lo reprochan también los trabajadores que ganan más de este tope, porque muy pocos serán los que tengan incremento salarial el próximo año.
Este salario lo aprobó por decreto el presidente Petro porque no hubo consenso entre Gobierno, centrales obreras que proponían el 12% y algunos empresarios que planteaban 5,2% (próximo a la inflación proyectada). Queda el mínimo muy cerca al peligroso límite de dos dígitos, que encarecerá las nóminas, los aportes a seguridad social y otras prestaciones. El impacto es sobre todo para pequeños y medianos industriales y comerciantes que son el 95% de la fuerza productiva del país. El sector público también se impactará, ya que los trabajadores presionarán para que el alza no sea menor al mínimo, incremento que también debe hacerse a congresistas y altos funcionarios del Estado.
Por algún lado se tendrá que recuperar este gasto de nómina, ya se habla de que será reduciendo personal o incrementando precios; si es que no lleva a tener que cerrar por lo difícil de sostener los costos de producción. Acopi sostuvo que este año cerraron en el país unas 184 mil empresas y para el 2025 serán unas 200 mil. El salario mínimo es también insumo para definir precios de bienes y servicios como cuotas moderadoras de EPS, seguros médicos, SOAT, pasajes de transporte público, multas de tránsito, derechos notariales, servicios del ICA, entre otros que empezarán el año con incrementos y que toca pagarlos a todos, con aumento o sin aumento salarial, que quizás es lo más complicado de todo este círculo económico. El salario mínimo de Colombia no es de los más altos de Latinoamérica, por encima están otros 11 países, lo que hace pensar en las dificultades que seguirán teniendo muchas personas para costear sus necesidades básicas.
El argumento del presidente Petro es que si el salario mínimo crece, también crece la economía, pero se ve muy difícil concretarlo en estas condiciones. Este mínimo en nada ayudará a reducir el 55,6% de informalidad laboral que hay en el país; lo que prevén analistas es que se aumentará y por consiguiente la ilegalidad en las contrataciones. Muchas personas se tienen que someter a lo que les ofrezcan, así sea poco, sin seguridad ni prestaciones, con tal de recibir un dinero para sufragar el día a día.
Se avecinan tiempos de apretón, teniendo en cuenta la desfinanciación del presupuesto nacional y la reactivación económica que no camina aún. Se estima que habrá más inflación, como sucedió con el alza del mínimo en el 2023, con efectos negativos en el mercado laboral y en los precios. Habrá que ser bastante mesurados, pero sobre todo pensar desde ya en cómo se puede lograr un acuerdo nacional entre todos los sectores para establecer un incremento del salario mínimo en el justo medio, en el que nadie salga perdiendo y lleve a mejorar la economía nacional.