Caldas se precia de ser un lugar de cultura. Tenemos encuentros de escritores en varios municipios de nuestro departamento y decenas de autores, algunos con más talento que otros, con diferentes posibilidades para publicar sus obras. Algunos cuentan con apoyo y la mayoría acude a autofinanciación o a estrategias diferentes para ver cumplido el sueño de ser un autor. Sin embargo, a pesar de ser una ciudad con una buena cantidad de librerías, con eventos alrededor del libro casi todas las semanas, con tertulias literarias por todas partes y con encuentros de escritores continuos, la política pública del libro no existe.
Por supuesto que hay algunos apoyos, que eventualmente algún círculo de amigos logra el favor de lo público y publica, que se encuentran respaldos privados para dar vida a la idea de imprimir ejemplares, pero no existe un proceso real en el departamento, menos en Manizales, para incentivar la circulación de los libros. Ya hemos hablado varias veces del mal sistema de la Gobernación de Caldas desde hace rato, donde se hacen convocatorias en las que no necesariamente se publica lo mejor, sino lo que hay; y en ocasiones con el esfuerzo monetario de los autores, a quienes no les reconocen derechos. Ni hablar de pagarle decorosamente a un jurado para que seleccione.
Menos se puede hablar de Manizales que desde hace rato elude su responsabilidad para apoyar la publicación de autores en la ciudad. No obstante, hemos conocido que este año la Alcaldía apoyó con entusiasmo la XV Feria del Libro de la Universidad de Caldas, algo que prácticamente nunca había sucedido antes, y que se está tomando en serio la idea de pensarse una política pública que dé resultados. Ojalá esto se concrete, para lo cual no se tiene que inventar la rueda. Ciudades como Pereira, Armenia, Medellín, Bucaramanga y Bogotá, entre otras, tienen desde hace rato un sistema que funciona y que acompaña toda la cadena de producción del libro, desde las convocatorias, los acompañamientos a los autores, la publicación y hasta la posibilidad de crecer la industria, con publicaciones masivas, por ejemplo, como cuando tuvimos aquí la Imprenta Departamental y con ella la Biblioteca de Autores Caldenses.
Una política para el libro es indispensable para acercar a la ciudadanía a la lectura. Según la Cámara Colombiana del Libro, en el 2023 el 66% de los colombianos leyó entre 1 y 5 libros, el 16% entre 6 y 10, y el 12 % entre 11 y 20 libros. Sin entrar en honduras, de qué se lee, algo ha mejorado el indicador, pero se requiere más, porque en los tiempos que corren, se requieren lectores hábiles, que sepan trascender de lo que dice el texto, para conocer lo que el autor quiere decir, para entender las tergiversaciones o manipulaciones que se pueden dar. Que se avance hacia una lectura crítica, para poder interpelar el mundo. Por esa vía puede crecer la innovación y mejorar la ciudadanía, pero se requiere de un plan para ello. Que esta Feria del Libro que se inicia hoy sea una oportunidad para que Manizales deje de cacarear su cultura, sino que le ponga compromiso para llenarla de sentido. Qué mejor para el alma, ahora que se recuerda el estribillo de "Mi Manizales...", que unas buenas lecturas al alcance de todos.