Salud

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Los ictus o infartos cerebrales han aumentado considerablemente en el mundo. Cada año, se registran 12 millones de casos y más de 7 millones de muertes por estos accidentes, en su mayor parte causados por la contaminación atmosférica, las altas temperaturas y factores metabólicos como el sobrepeso o la hipertensión.

Sólo entre 1990 y 2021, el número de personas que sufrió un ictus creció el 70%, los fallecidos por esta causa el 44% y los que arrastran problemas de salud por esta causa el 32%, según el último análisis del Estudio sobre la Carga Mundial de Morbilidad, Lesiones y Factores de Riesgo (GBD) publicado en la revista 'The Lancet Neurology'.

Este rápido aumento de la carga mundial de ictus se debe al crecimiento demográfico, al envejecimiento de la población en el mundo y a un incremento sustancial de la exposición de las personas a factores de riesgo ambientales y conductuales, como la contaminación, el sobrepeso, la hipertensión, el tabaquismo y la inactividad física, que se pueden prevenir en gran medida.

Por eso, los autores hacen un llamamiento para aplicar en todos los países medidas eficaces, accesibles y asequibles para mejorar su vigilancia, prevención (haciendo hincapié en el control de la presión arterial, el estilo de vida y los factores ambientales), atención aguda y rehabilitación.
El estudio en cifras

En 2021, el número de personas que sufrió un nuevo ictus fue de 11,9 millones (un 70% más desde 1990), los supervivientes aumentaron a 93,8 millones (un 86% más) y hubo 7,3 millones de muertos (un 44% más), lo que convierte a esta enfermedad en la tercera causa de muerte en el mundo después de la cardiopatía isquémica y el covid-19.

 

En países de ingresos bajos y medios

El estudio sugiere que la cantidad total de discapacidad, enfermedad y muerte prematura perdidos a causa del ictus aumentó un 32% entre 1990 y 2021, pasando de unos 121,4 millones de años de vida sana perdidos en 1990 a 160,5 millones de años en 2021, lo que convierte al ictus en la cuarta causa mundial de pérdida de salud, tras el covid-19, las cardiopatías isquémicas y los trastornos neonatales.

La carga del ictus está aumentando debido tanto al crecimiento demográfico como al envejecimiento de la población mundial, pero también a la creciente contribución de factores de riesgo ambientales, metabólicos y conductuales prevenibles, advierte el estudio.

Entre 1990 y 2021, la carga mundial de ictus vinculada a un índice de masa corporal elevado aumentó el 88%, seguida de las temperaturas elevadas (72%), la hiperglucemia (32%), el consumo de bebidas azucaradas (23%), la falta de actividad física (11%), la presión arterial elevada (7%) y una dieta pobre en ácidos grasos omega-6 (5%).


Diferencias por país, renta y edad

El estudio revela sorprendentes diferencias en la carga global de ictus entre regiones del mundo y niveles de renta nacional en 2021.

En 2021, las menores tasas de incidencia, prevalencia y mortalidad se registraron en países de renta alta (Nueva Zelanda, Canadá y Australia), mientras que las regiones de ingresos bajos y medios de Asia oriental y central y del África subsahariana, registraron las mayores tasas.

La mitad de todas las discapacidades y problemas de salud derivados de un ictus fueron consecuencia de ictus hemorrágicos -la forma más mortal, debida principalmente a la hipertensión arterial- pese a ser la mitad de frecuentes que los ictus isquémicos (4,1 millones de nuevos ictus hemorrágicos frente a 7,8 millones de nuevos ictus isquémicos).

Los más afectados fueron los menores de 70 años y los habitantes de países de renta baja, donde la proporción de ictus con hemorragia intracerebral duplica la de los países de renta alta (37% frente a 18%).

El estudio estima que el número total de muertes prematuras relacionadas con el ictus y causadas por factores de riesgo en todo el mundo ha pasado de 100 millones de años de vida sana perdidos en 1990 a 135 millones en 2021, lo que representa un reto para la salud pública y una oportunidad para actuar. Las mayores proporciones de estos factores de riesgo se encuentran en Europa del Este, Asia y el África subsahariana.

En 2021, los cinco principales factores de riesgo de ictus a escala mundial fueron la presión arterial sistólica elevada, la contaminación atmosférica, el tabaquismo, el colesterol LDL elevado y la contaminación atmosférica doméstica, con variaciones considerables en función de la edad, el sexo y la ubicación.

Y por primera vez, el estudio sugiere que la contaminación atmosférica por partículas es un factor de riesgo de primer orden para la hemorragia subaracnoidea, ya que contribuye al 14% de las muertes y discapacidades causadas por este grave subtipo de ictus, al mismo nivel que el tabaquismo. 

 


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