Foto | Darío Augusto Cardona | LA PATRIA
El sargento primero César Augusto Montes Parra es el último en ostentar este rango en el Eje Cafetero.
“Esos muchachos son como mis hijos”. Así exclama el sargento mayor de la Policía, César Augusto Montes Parra, sobre sus casi 600 estudiantes de la Escuela de Carabineros, Alejandro Gutiérrez, a quienes con seriedad y disciplina, pero también con amor paternal, les enseña sobre el significado de ser los próximos encargados de cuidar a los colombianos.
Asegura que en ellos ve reflejados a sus tres retoños, Julián Andrés, Luisa Fernanda y Juan Camilo, quienes decidieron seguir su camino y también convertirse en suboficiales. El primero es el subcomandante de la Estación de Filadelfia, y los otros dos son investigadores de la Sijín. Dice que la vocación es de familia y por iniciativa propia se unieron a la fuerza pública.
César Montes está casado con Lida Guerrero y es abuelo de dos pequeños que son su adoración, es el último sargento primero de Caldas y del Eje Cafetero. Por cambios en los códigos, desaparecerá ese rango y en adelante su equivalente es el de comisario.
Sus 33 años como miembro de la entidad, las 24 condecoraciones y 128 felicitaciones, incluida la Estrella de la Policía (la máxima que se entrega), así como su servicio a la comunidad le valieron para ganarse un puesto como secretario del agregado en Panamá.
Fueron 49 candidatos, entre comisarios y sargentos mayores que se presentaron, y su hoja de vida sobresalió para quedarse entre los 16 que irán al exterior a tender lazos de cooperación y lucha contra el crimen.
Hijo del barrio Galán
Montes Parra tiene 54 años y es manizaleño. Desde su infancia vivió en medio de las afugias en el tradicional barrio Galán, conocido por los diversos problemas de convivencia, inseguridad y abandono estatal. Un sector que hoy desaparece, para darle paso al desarrollo de un Macroproyecto que causa desarraigo y no arranca.
Hijo de María Aleida Parra y de Fabio Montes, vivió las duras y las maduras junto a su tres hermanos. Pero lejos de dejarse vencer por la violencia, le dio una mano a su familia y a los 9 años empezó a trabajar y a ayudar, mientras su padre laboraba como vigilante en el colegio Francisco Marulanda Correa, en La Avanzada.
Su tiempo libre lo disfrutó con amigos haciendo carreras en carritos de balineras, en juegos tradicionales como el trompo o pateando la pelota. En el día producía y en la noche estudiaba en el Liceo Isabel La Católica. Su excelencia académica lo convirtió en el mejor bachiller de 1989.
Un año después se presentó a la Policía, en una época convulsionada por los carteles del narcotráfico, como el de Pablo Escobar, que les puso precio a las cabezas de los uniformados. Su madre sintió temor, pero él sintió que era su vocación.
Realizó su curso en la Escuela de Carabineros Eduardo Cuevas, de Villavicencio y posteriormente se especializó como suboficial en la Rafael Reyes de Santa Rosa de Viterbo (Boyacá). Tras graduarse, empezó a recorrer el país, su cultura y a conocer otras caras de la violencia, aunque ello nunca lo apabulló y se convirtió en el amigo de la gente.
Un alto en el camino. En la Escuela de Carabineros, cada estudiante que pasa a su lado, lo saluda con el respeto que merecen sus 33 años y su recorrido por unas 40 estaciones y subestaciones, en ocasiones como comandante.
Recuerda que ahora los muchachos deben estar bien preparados y les recuerda sus experiencias. Hoy deben realizar un curso de un año, antes era de seis meses y no era necesario haber finalizado el bachillerato. Antes, la disciplina era más estricta, hoy los forman con miras a un cambio en el conflicto y especializados en los derechos humanos. Cree que el policía amigo tiene que volver a brillar.
12 amigos en el otro lado
Montes Parra recuerda la fatídica masacre de febrero de 1995 en el corregimiento de Bonafont, en Riosucio. Según reseña el medio digital La Cola de Rata, Luis Fernando Osorio, alias Tola, y Modesto Henao, Mojetar, llegaron bajo los efectos de las drogas y asesinaron a 13 personas, incluido Javier Mendoza, un policía que andaba incapacitado por un accidente en moto.
Tras conocer el hecho en que murieron, en su mayoría, miembros de dos familias incluida una niña de tres años, se inició una investigación que permitió dar con el paradero de los delincuentes, quienes se resistieron a su captura y les dieron de baja. Quedó la satisfacción de dar con ellos, pero la tristeza de un hecho absurdo.
Como compañeros y bajo su mando en distintos municipios de Caldas tuvo a 12 de los 13 agentes asesinados por las Farc en la toma al corregimiento de Arboleda (Pensilvania) en el 2000. No puede ocultar su malestar al recordarlos, y tampoco el orgullo por los buenos amigos que recuerda.
Entre 2002 y 2004 lo destinaron a levantar y dirigir la Estación de Policía de El Calvario, Meta, en donde la extinta guerrilla cometió otra toma y asesinó a seis uniformados y a dos civiles en 1992.
Donde hubo sangre, hasta allí llegó el sargento mayor Montes, para reconstruir lazos y mostrar su respaldo a poblaciones afectadas por la violencia. Luego de la toma al corregimiento de Montebonito (Marulanda) en el 2006, en donde murieron cuatro personas, incluido el patrullero Melvin Giraldo Manco, debió asumir el reto de comandar e4sa estación.
Pero no todo fue construir sobre lo destruido, le quedan satisfacciones grandes, como el hecho de asistir el parto de una mujer en San José, Caldas, en 1998. El pueblo que apenas empezaba a surgir, no contaba con hospital y tuvieron que trasladar a la madre hasta Viterbo. Dentro de un vehículo la mujer dio a luz.
El sargento mayor Montes espera su llamado para partir hacia tierras panameñas, luego de un año de enseñanzas y aprendizaje en la Alejandro Gutiérrez, bajo el mando de la coronel Sandra López, a quien agradece su apoyo. Un premio a su sacrificio, el que agradece a Dios y a la Virgen María.
El maestro
César Montes se dedica a la enseñanza de la doctrina y cultura policial, educación ciudadana, cultura de legalidad, educación financiera, valores institucionales y familiares, disciplina, responsabilidad y ética en la escuela Alejandro Gutiérrez, de Manizales.
El deportista
40 años lleva practicando ciclismo. Se les mide a las bicicletas de ruta y de ciclomontañismo. Participa en los retos y ha coronado el alto de Letras en siete ocasiones.
Toreado en varias plazas
Pasó por Meta, Cundinamarca, Boyacá, Antioquia y Caldas. Además ha ocupado cargos administrativos. Últimamente fue jefe del Centro de Despacho Automático, jefe logístico, coordinador administrativo y financiero y jefe de Seguridad en Manizales.