Al segundo día sobre el tejado el gallo picoteaba los techos tratando de encontrar alimento.

Fotos | Rubén Darío López | LA PATRIA

Al segundo día sobre el tejado el gallo picoteaba los techos tratando de encontrar alimento.

El rescate de un gallo que se voló de un tercer piso hacia los tejados adyacentes más bajos, se convirtió en toda una película que mantuvo pendientes del desenlace a varias personas en Pensilvania.

Esta historia empezó el sábado (1 de febrero) cuando la dueña de un gallo criollo gordo y listo para hacer un sancocho lo llevó a venderlo metido dentro de un costal. 

Cuando lo mostraba al posible comprador en el tercer piso de una edificación que forma esquina en el centro del poblado, el ave de corto vuelo, se salió por la parte trasera hacia los techos de otras casas más bajitas.

Los vecinos notaron la presencia del gallo en sus tejados cuando el ave empezó a cantar en la madrugada del domingo. 

Los techos de igual altura de cuatro casas que se convirtieron en el corral dan por un lado hacia la carrera séptima donde los aleros son muy altos de la calle y por el otro hacia varias huertas caseras con techos a menor distancia del suelo.

Durante el día el gallo recorría los techos picoteando las tejas como en busca de alimento. Fue allí donde desde el lunes varias personas se situaron con maíz para llamar al animal atrapado en lo alto e invitarlo a bajar bajo el tradicional llamado “cutu, cutu, cutu, cutu, cutu” pero al tercer día el gallo se tornó más arisco y desconfiado.

Varias personas miraban y se lamentaban con pesar por el hambre y la sed que debía de sentir el ave. Al cuarto día, ya martes, alguien comunicó al Cuerpo de Bomberos la situación y sugirió un rescate. “Sea que lo rescaten para destinarlo a la olla, pero que le quiten el sufrimiento al pobre animalito”, comentó esta persona.

El ave de corto vuelo caminó sobre los techos. Infaltablemente a las 4:00 de la mañana empezaba con su canto.

Planeación para el rescate del gallo

Dos bomberos llegaron para analizar la situación y planear el rescate animal minimizando los riesgos personales y bajo los cuidados necesarios para no maltratar al gallo.

El miércoles, quinto día del gallo atrapado en los techos, los bomberos llevaron escaleras y pértigas para tratar de rescatarlo de nuevo tentándolo con maíz. Aún así, el gallo permanecía lejos del alcance.

Con el pasar del tiempo el gallo se tornó más esquivo. Ya ni quería arrimar a comer el maíz que por puñados le tiraron al techo. Posiblemente ya su buche estaba satisfecho.

Los rescatistas hicieron una pequeña reunión para analizar la situación y plantear posibles soluciones. 

Concluyeron que el rescate podría ser usando una jaula trampa-cebadero que se utiliza para rescatar zarigüeyas o intentar arrearlo hacia la parte más baja del techo con el dron de dotación con que cuenta el cuerpo de bomberos y de allí empujarlo con la pértiga para obligarlo a volar desde una altura de unos cuatro metros.

Fue descartada la posibilidad de que una persona se subiera al tejado para tratar de acorralar y coger directamente al ave doméstica por la dificultad, los riesgos y peligros que esta operación ofrecía ante el mal estado de uno de los techos.

Mientras tanto, vecinos del sector se asomaron y estuvieron a la expectativa sobre el desenlace de este rescate animal.
 

Con el pasar del tiempo el gallo se tornó más esquivo. Ya ni quería arrimar a comer el maíz que por puñados le tiraron al techo. Posiblemente ya su buche estaba satisfecho.

Llegó el dron al rescate

El dron manejado por el comandante de Bomberos Pensilvania, Fabián Mauricio Restrepo, sobrevoló el área en reconocimiento.

Al principio, el animal se asustó y corrió de huida, lo que alentó la posibilidad de arrearlo con el dron hacia la orilla de menor altura y así obligarlo a tirarse.

Con la ayuda tecnológica del dron de dotación del Cuerpo de Bomberos, el ave se pudo “empujar” hasta la parte más baja del techo desde donde fue obligado a volar hacia un huerto cercano utilizando una pértiga

A los pocos minutos el astuto gallo se acostumbró al sonido y a la presencia del dron.

Incluso en un momento intentó atacarlo por lo que se hacía riesgoso acercar mucho el aparato volador hacia el gallo.

La intervención de los bomberos Vanessa Escobar, Felipe Pérez y del teniente Fabián Mauricio Restrepo fue definitiva para poder efectuar el rescate animal con seguridad para los voluntarios y para el gallo.

Después de varios intentos, de recargar dos veces el dron y de dos horas de operaciones con tres bomberos participantes, por fin el gallo voló hacia el suelo y pudo concluir con éxito esta operación de rescate animal.

El gallo fue entregado a su dueño, quien lo pagó cuando el animal se voló, para que la señora vendedora no lo perdiera”, indicó un testigo.

Sin embargo, alguien comentó que seguramente el gallo ya había rebajado de peso por los cinco días que permaneció estresado, sin comer y posiblemente bebiendo agua de la lluvia que por esos días se precipitó sobre Pensilvania.
 

La bombero Vanessa Escobar Giraldo quien participó activamente en el rescate del gallo muestra su rostro de satisfacción tras la exitosa operación conjunta para recuperar el animal después de dos horas de trabajo.


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