Guacas

Foto | Luis Fernando Rodriguez

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Equipo regional/Q'HUBO

Guaqueros, aunque ya no hay muchos, aun se ven. A pesar de sus años recuerdan historias de cuando esperaban que llegara la Semana Santa para buscar los tesoros que dejaron escondidos o con los que enterraron a los indígenas.

José Uriel Tangarife Gallego, más conocido como 'Meloy' en Salamina; Humberto Morales, de Neira; y José Arcadio Trejos, de Irra (Quinchía, Risaralda), cuentan sus hazañas y anécdotas como guaqueros.
'Meloy' dice que durante toda su vida destapó cerca de 50 guacas, de las que sacó la cerámica que se exhibe en la Casa de la Cultura Rodrigo Jiménez, de Salamina. También encontró tumbas con unas bóvedas sorprendentes.

“Nunca pensé que los indios fueran tan curiosos y tuvieran tanto conocimiento de construcción. Encontré unas paredes cortadas a plomo, con todo muy bien elaborado” dijo refiriéndose a uno de sus hallazgos de hace años.

A todo lo que le podía indicar que había una guaca le corría. En una ocasión un señor le dijo que cuando iba por un camino escuchó como si hubieran descargado un bulto de varillas. Luego fue y cavó y se encontró un pectoral y seis narigueras de oro, que luego vendió en una prendería de Salamina.

Con un brillo inigualable de satisfacción en los ojos, indicó: “Nosotros vaciamos los basureros - refiriéndose a sus hallazgos-. Las guacas donde hay mucho oro no las han encontrado".

Mitos y espantos
'Meloy', quien hace cerca de cinco años vive en el Hogar Nuestra Señora de las Mercedes, está en silla de ruedas a causa de un derrame. Indica que al momento de ir en busca del tesoro y de estar cavando no pueden estar pensando cosas malas ni ser codiciosos, porque las cosas de valor se corren y no se encuentran.

"Semana Santa y en el mes de las ánimas son las épocas para descubrir guacas y entierros, sobre todo el jueves y Viernes Santo. Esas noches los guaqueros se la pasan caminando en el monte, buscando en aquellos lugares donde se han visto llamaradas, ánimas, espantos o luces. Y solo salen acompañados por un termo con café. Pero eso sí, deben llevar el bolsillo de la camisa al lado del corazón y allí poner ramas de altamisa y hojas de eucalipto, para que al encontrar el ánima no les hiele (enfríe) el corazón", cuenta en medio de el suspenso.

Una de las anécdotas extrañas de 'Meloy' en su vida de guaquero, sucedió una noche en la vereda Portachuelo. A lo lejos vio que bajaba una luz que titilaba por una loma y al llegar a un punto se dividió en cuatro, pero cuando se dio cuenta iba siguiendo era a sus mismos compañeros que corrían aterrorizados y las luces se desaparecieron.

Recordó cuando un Viernes Santo se metió por la cañada de Nudillales, a 'atisbar' una luz que habían visto subir. Al llegar a la parte alta, entre unas rocas, solo vio un murciélago grande, con un ribete blanco en las alas y una cabeza de ratón inmensa que era como una tijera en la parte de abajo. Asegura que quedó aterrado.

Otra vez una ánima se le paró enfrente y que flotaba a unos centímetros del suelo. No pudo hablar y quedó congelado. En otra ocasión se fue con unos amigos a cazar en un sitio de nombre Tres Jotas, en el municipio de Marulanda. Cerca de una roca inmensa decidieron detenerse y hacer el desayuno, aprovechando que había agua corriente. En un camino que pasaba por el sitio, encontraron huellas de una guagua, por lo que de inmediato pusieron a uno de los perros a oler. Este salió disparado hacia las rocas. Al rato, en vez de ladrar, aullaba, y luego comenzó a quejarse, por lo que lo llamaron en varias ocasiones y hasta hicieron unos tiros al aire. Del perro no volvieron a saber.

En la tarde se fueron a dormir en una bodega de papa, situada a un lado de la carretera, allí el dueño del lugar les dijo que entre esas rocas se perdían los perros y que en algunas ocasiones los habían encontrado con las manos cortadas.

También les explicó que en Semana Santa, en esas rocas se abre una puerta, porque allí esta el tesoro de María la Parda. Hay quien dice haber visto muebles adentro y un intenso resplandor dorado. Pero que nadie ha podido entrar.

Este guaquero que se recorrió la zona en busca de tesoros contó que siempre se escuchó que en la vereda Calentaderos de Salamina, en un sitio al que le conocen como el monte de La Campana, ven una culebra muy grande y bonita, que hace huir a la gente que va por allí y en una laguna mas arriba, aparecen unos patos amarillos, que al ir a cogerlos desaparecen. “Los espíritus y los entierros sí existen, pero solo los ven las personas de corazón puro”.

Los Carrapas las dejaron enterradas
Neira es uno de los municipios caldenses más reconocido por sus guacas. Dicen que son muchas las que están enterradas, y según los guaqueros de la zona aún no han recibido la orden de sacarlas.
La vereda Pueblo Rico que está en una montaña, era uno de los sitios predilectos para que los indios Carrapas enterraran a sus muertos, pues era la parte más alta donde podía dar el sol perpendicularmente a sus tumbas, por lo que su primer nombre fue guacas, dicen los historiadores.

 

Estos indios basaban el número de objetos con el que enterraban a los miembros de su familia según su dignidad y preeminencia dentro de la tribu.

Los enterraban envueltos en mantas preciosas. A un lado les ponían escudos, armas, penachos y otros objetos de uso personal. Y al otro lado depositaban sus joyas de oro como diademas, narigueras, argollas, brazaletes, es decir, los elementos de más valor para ellos.

Los rituales son de antes
Don Humberto Morales cuenta que con el paso de los años hasta la técnica para buscar guacas ha cambiado, pues la de ahora es muy distinta a la de hace 50 años. Años atrás cuando salía a guaquear, sobre todo los días santos como era el jueves, viernes y sábado, tenían un ritual bastante especial: "antes de salir nos bañábamos en aguas aromáticas, nos hacíamos limpieza en el cuerpo con verbena, yerbabuena, y otras plantas comunes las cuales las juntábamos, se hervían y nos bañábamos. Esto lo hacíamos tres días antes del Jueves Santo. Además no podíamos hacer el amor ni hablar de sexo, debíamos estar lo mas puros que pudiéramos, para que saliera la luz y pudiéramos ver dónde estaba el entierro y no se nos apareciera el demonio", comenta.

Ahora asegura que hacer esto no tiene sentido, estos rituales ya no tienen ningún valor y cuando van a buscar una guaca o entierro no importan qué día sea. "Al que le van a dar le guardan, si la guaca es para mi, a mi me sale, eso no es para todo el mundo, las guacas tienen dueño y saben a quién se la van a dar, eso que dicen que si la mujer está en embarazo el entierro o la guaca no le sale, que se pierde, eso es mentira, eso nunca ha ocurrido, en eso yo ya no creo. Las mujeres embarazadas o como estén también pueden sacarlas, para mi cualquier día o cualquier persona puede siempre y cuando el dueño de la guaca de permiso. De resto no", asegura don Humberto.

También en Irra
Don José Arcesio creció en medio de las guacas, ahora tiene 82 años, y cuenta las historias de toda una vida en estas andanzas. Explica que las guacas hay que saber buscarlas y examinar el terreno con un mazo. "Se examina la piedra, y si tiene carbón, uno va bajando con un mazo de palo para buscar por dónde suene coco, y por ahí ir clavando y hacer un hueco ancho para ir bajando, y le sigue dando pasito para no ir a romper lo que se encuentre", comenta.

Además asegura al igual que 'Meloy' que no se puede tener envidia sino tener un buen corazón. "La guaca que yo saqué, la busqué con unos muchachos y encontré en una olla, un hueco redondo como que algo le habían sacado, por eso no se puede ir con personas con envidia", explica.

En Semana Santa se ve arder en las montañas "se ve que sube la llama de pa'rriba. Se tiene que ir a 'pistiarla' donde se tiene idea que las hay. Las guacas no son hondas, tienen por ahí dos metros hacia abajo. Cuando se buscan, hay que ir bien armados con una mediacaña, un recatón pequeño y una pala para ir sacando la tierra por los lados", concluye.

Así los enterraban
Los enterraban envueltos en mantas preciosas. A un lado les ponían escudos, armas, penachos y otros objetos de uso personal. Y al otro lado depositaban sus joyas de oro como diademas, narigueras, argollas, brazaletes, es decir, los elementos de más valor para ellos.

NO OLVIDE
Si va a buscar una guaca no puede sentir envidia ni llevar sentimientos impuros.

CIFRA
3 díasson los especiales para buscar guacas según los expertos: jueves, viernes, sábado santo.

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