Foto | Equipo Prensa Escuela | LA PATRIA
Estudiantes de décimo del Colegio Santa Teresita, de Chinchiná, con un mural terminado.
SAMANTHA BUITRAGO VASCO
“PENSANTE”
Prensa Escuela | LA PATRIA
Muralee es un proyecto, del Colegio Santa Teresita de Chinchiná, que tiene la finalidad de diseñar, construir, reciclar y crear murales por medio de reciclaje PET; transformando y dando una inspiración a lugares históricos, personajes grandiosos e ilustración de historias.
Este es dirigido por el docente e ingeniero químico Gilberto Vargas Flores y en el participan los estudiantes del grado décimo X, quienes han sido los protagonistas en la ejecución de las labores que han generado gran impacto en la institución.
Finalidad
Muralee surge con la idea de dar un segundo uso a la basura, como generalmente llamamos a ciertos elementos, iniciando con pequeñas acciones que pueden cambiar nuestro entorno de una forma creativa y formativa.
Para los integrantes del proyecto, hay algo más importante que el reconocimiento. Y eso es el darnos a entender que este es el momento para caminar hacia un entorno más amigable, iniciando desde las instituciones educativas, pasando por los municipios y ciudades, para convertir a Colombia en un país generador de ideas, que sea reconocido por este tipo acciones de paz y convivencia social y ambiental.
Impacto
Los estudiantes del grado décimo están de acuerdo en que para ellos esta ha sido una experiencia inigualable, que les permite ver culminado el trabajo que iniciaron alumnos de años anteriores.
“Mi vida ha sido impactada, porque día a día trato de ver cómo nosotros podemos realizar un cambio de pensamiento, ya que, como jóvenes, atravesamos una metamorfosis llamada adolescencia. Eso es lo que representan los murales, un proceso en el cual las opiniones de los demás, el trabajo en equipo y la idealización de nuestro actuar anteceden la creación de un nuevo mundo”, expresó Jacobo Vasco Marulanda.
Proceso
La creación de un mural de este tipo empieza con la recolección del plástico generado en la institución. Es decir, el que los estudiantes desechan después de los descansos. Luego se recortan los picos, que junto con las tapas, constituyen el insumo principal. Esto permite que se recupere aproximadamente el 40% de la botella (el peso neto de ambos elementos es de 20 gramos).
Después se separan las tapas por colores, por marcas y se hace la respectiva desinfección. Ahí es donde procede el diseño digital de los dibujos y la preparación de la lámina de polipropileno u otro material diferente para terminar el mural. Suelen ser de 50X50, en lo que se gastan unos 2 mil 500 picos más o menos, o sea, un total de 2,500 botellas recicladas por la elaboración de cada cuadro.
Motivación
Los alumnos vinculados al proyecto esperan que más personas y otras instituciones educativas se unan a su iniciativa, para crear murales que embellezcan distintos lugares, contribuyendo así con el medioambiente.