El golpe blando, del que tanto ha hablado el presidente Petro, ya empezó a darse. Y no precisamente como él lo ha sugerido que se dará desde los escritorios de la oposición, sino que el tal golpe blando, del que tanto ha abusado con su dilatada verborrea, iluminado por su adicción, que desde luego, según él, es al café, se está dando y de qué manera dentro de su Gobierno.
En dos años y medio que la Colombia Humana está en el poder se ha visto sacudida por diferentes escándalos de corrupción, como el proceso por lavado de activos y enriquecimiento ilícito del hijo del presidente Nicolás Petro, exdiputado de la Asamblea del Atlántico; el robo de una maleta llena de dinero del apartamento de Laura Saravia, mano derecha de Petro; el interrogatorio al que fue sometida de manera arbitraria y con abuso de funciones policiales la niñera Marelbis Mesa, empleada de Saravia, caso que cobró la vida de un coronel de la Policía; los audios de Armando Benedetti, quien en esas grabaciones generó sospechas sobre hechos de corrupción en la campaña presidencial de Petro de la que fue su jefe en la Costa; la malversación de recursos de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), con la que se pagaron congresistas para aprobar determinados proyectos, así como direccionar contratos de esa entidad para financiar al Eln y evitar que este grupo criminal abandonara la mesa de negociación de la paz con el Gobierno, hecho que involucra al exministro de Hacienda Ricardo Bonilla, a Carlos Ramón González, exdirector de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) y a Sandra Ortiz, exconsejera presidencial para las Regiones, amén de un sinnúmero de escándalos que, por sí solos, atestiguan de manera clara que el tal golpe blando se está dando.
La renuncia solicitada por Petro a través de la red X al ministro de Hacienda, se da en un momento de máxima tensión del Gobierno, golpeado por el entramado de corrupción en la UNGRD. Lo curioso de esta solicitud de renuncia es que se da poco después de que Bonilla denunciara ante la Fiscalía injerencias de Ricardo Roa y Nicolás Alcocer en la hidroeléctrica de Urrá, propiedad del Estado y uno de los proyectos de generación de energía más importantes del país, personajes estos de las entrañas de Petro, el primero, presidente de la estatal petrolera Ecopetrol, y el segundo, hijo adoptivo de Petro. En su solicitud de renuncia, Petro dice: “Espero su renuncia, no porque crea que es culpable, sino porque lo quieren despedazar por ser leal al programa de gobierno y quieren derribar inconstitucionalmente este Gobierno”.
¿Sale por evitar que lo despedacen o por tocar callos tan sensibles como el presidente de Ecopetrol y su hijo Nicolás? (no confundirlo con el otro Nicolás, este Alcocer y el otro Petro, ambos hijos del mandatario, el uno biológico y el otro adoptado, hijo de Verónica). Lo cierto y lo real, es que su permanencia era insostenible. Con el destape de la corrupción en la UNGRD ya no queda espacio en este Ministerio que no esté cubierto por la pestilencia nauseabunda de su descomposición. Tanta, que hasta el hedor llegó a la curul del senador por Risaralda Juan Pablo Gallo Maya, investigado actualmente por la Corte Suprema de Justicia.