Nunca antes el país había presenciado un desenvolvimiento más explosivo, más violento y altanero, que el desembozado por el primer mandatario de la nación. Si bien en campaña expresó que su mandato sería “El Gobierno del Cambio”, sí que lo ha sido, pero no para bien sino para mal. Cerrar la llave del petróleo ha significado sacrificar cerca del 50% de los ingresos obtenidos por él y la minería, acelerando el declive de la producción y las exportaciones en un momento en el que necesitamos de todos los ingresos posibles para financiar el gasto social.
El “Gobierno del Cambio” tiene asustado al sector privado y como consecuencia directa, ha espantado la inversión extranjera. El peso se ha desplomado cerca de un 30% frente al dólar desde que Petro asumió el poder, aumentando el precio de las importaciones y sumándose a una espiral de inflación que está afectando a todos los colombianos sin distingo de clases sociales. El riesgo de un nuevo paro transportador está latente, pues el acuerdo al que llegaron con el Gobierno fue un arreglo a medias, en el que lograron frenar en gran medida la suspensión del subsidio al diésel.
A diario registramos el cierre de medianas y grandes empresas con la consiguiente pérdida de innumerables empleos, esto, sin contar con las pequeñas que por miles han fracasado, asfixiadas por las medidas económicas. Mientras aprovecha escenarios internacionales como la ONU para amplificar su denuncia de que la oligarquía quiere darle un golpe de Estado, guarda cómplice silencio frente al robo de las elecciones de Maduro en Venezuela, reclamando para ella y Cuba el levantamiento de las sanciones económicas, las que considera criminales.
Arremete sin recato contra las altas Cortes, preguntándose el por qué la presidencia de la Corte Suprema está en manos de un negro, y además, conservador. Advierte que la extralimitación de los topes electorales que investiga el CNE lo tiene sin cuidado porque a él no pueden tocarlo. En su afán de desprestigiar y atacar cualquier institución que ofrezca un contrapeso al Ejecutivo y a su modo de pensar, en su cuenta de X con ocasión de la ratificación del Consejo de Estado de que el CNE sí es competente para investigar la campaña Petro, llama al pueblo a “ir por el poder, lo que sea que eso signifique”. El jueves 8 de febrero quedará registrado para la historia, como el día en el que la “presión de la calle” pretendió forzar una decisión de la justicia colombiana, cuando por cinco horas asedió violentamente el Palacio de Justicia, convocados por sectores afines al Gobierno, reclamando la elección inmediata del fiscal General. El pasado 8 de junio un usuario de la red X, identificado como “Dainer”, publicó un escrito que textualmente reza: “Si la reelección la hace un derechista lo llaman ““libertad”” pero si lo hace un líder de izquierda, le llaman dictadura”. ¡Malparidos! Petro, el Presidente, no tuvo reparo alguno en repostearlo. Es su estilo, su vergonzoso talante.
En una entrevista concedida por el presidente de la Corte Constitucional, magistrado José Fernando Reyes al periódico El Tiempo, ante la pregunta sobre los permanentes incumplimientos de los autos por parte del Gobierno, como por ejemplo, frente al Sistema General de Salud, que desde agosto se vencieron, este respondió: “Estamos contemplando abrir un incidente de desacato a ver cómo termina”. Sobre la respuesta de Petro, de que el CNE no tiene competencia para investigarlo dijo: “Esas son lecturas del presidente. Es respetable que pueda hacerlas y está legitimado para ellas. El presidente tiene derecho a opinar sobre las sentencias”. Nosotros consideramos que ante ellas, debe, no solo acatarlas en su integridad, sino respetarlas. Por eso estamos como estamos.