Conocí a Marvel Moreno gracias al hispanista francés Jacques Gilard, a quien vi por primera vez en 1978 en un encuentro de literatura hispanoamericana en la Universidad de Toulouse le Mirail en el que estuvieron Julio Cortázar, Augusto Roa Bastos, Juan José Saer, Flor Romero de Nohra, Alba Lucía Ángel y Jorge Enrique Adoum, entre otros.
Yo tenía 24 años y aunque ya había escrito y publicado en revistas y suplementos, hacía mis primeros intentos de escribir una novela larga y un día que él vino a París me la presentó al frente de su casa en la rue Croulebarbe y le pidió que leyera mis textos y nos viéramos.
Después de ese primer encuentro, Marvel me invitó a su casa para que charláramos sobre mis textos. No había publicado ningún libro, aunque sí cuentos en revistas. Gilard admiraba mucho a Marvel. Él fue el primero en percibir con claridad, antes de que ella publicara sus obras más importantes, Algo tan feo en la vida de una señora bien (1980) y En Diciembre llegaban las brisas (1987), la magnitud literaria y las posibilidades míticas de Marvel.
El feminismo estaba muy en boga en Francia a través del Movimiento de Liberación Femenina (MLF), a cuyas manifestaciones acudíamos los estudiantes. Esos años fueron importantes para esa causa, pues en Francia se acababa de votar la autorización del aborto, promovida por la ministra Simone Veil, y el MLF era un movimiento muy activo al que éramos muy sensibles los estudiantes.
El día que la vi por primera vez me impresionó mucho por su frescura y belleza. Era una mujer alta, moderna, con una larga cabellera y gestos de gacela, piernas largas. Llevaba jeans y una blusa blanca vaporosa. Tenía 39 años.
Marvel dio una primera estocada a ese mundo machista y lo plasmó para siempre sin miramientos. Un ambiente patriarcal que pervive intacto en la actualidad. Fue una luchadora contra el machismo patriarcal de Barranquilla y la Costa Atlántica, que también se extiende a los territorios “cachacos” de Colombia, cuestionados por Helena Araújo en sus novelas Fiesta en Teusaquillo y Las cuitas de Carlota y otras grandes escritoras colombianas de su generación como Fanny Buitrago y Albalucía Angel.
Un machismo y un patriarcado que se extiende a todo el continente y al mundo. De hecho, su último libro salió gracias a que un movimiento de jóvenes estudiantes barranquilleras rebeldes exigieron con un performance durante una mesa redonda sobre Marvel la publicación de El tiempo de las amazonas, que es un libro muy subversivo aún en la actualidad.
Marvel siempre vivirá en su obra, la de una reina de belleza del Carnaval insumisa que se rebela como una estrella de rock de los maravillosos años 60 y 70 y la cuestiona desde diversos ángulos. Ella se atrevió a enfrentar ese mundo y alejarse de él en un barco que va sin retorno con las velas abiertas.