Se acerca el fin del año 2024. Estamos a pocos días de comenzar el 2025, con todo lo que la vida nos traiga y lo que hagamos, que será en fin de cuentas en los debes y haberes de la vida; lo que nos dará un resultado que nos mostrará, con claridad absoluta, cuál ha sido el saldo que tendrá cada uno de los que hacemos parte de la vida diaria.
He dedicado las últimas 20 semanas a escribir breves pinceladas sobre las personas que hacen la diferencia, con su modo de vida y sus acciones, en los medios sociales en los que tienen su actividad diaria. Los nombrados hasta ahora, son ciudadanos ejemplares que han establecido puntos de coherencia social muy altos, viven en realidades que no nos son ajenas y por eso son dignos de aplaudir y de imitar.
Los que vendrán, no son menos notables; la entrega y sus acciones cotidianas nos mostrarán lo que puede una persona hacer cuando tiene conciencia y vive con motivaciones distintas a las de producir o sobrevivir en medio de las dificultades propias de la vida, con sus diferentes actividades y sus propios intereses.
Este intento resumido por buscar lo bueno que hay entre las personas, sin distinción alguna de clase, posición económica, género, creencias, etnia, o actividad, parece fácil pero no lo es. Mucho más fácil es informarse para criticar, despotricar y denunciar, que hablar de lo bueno y positivo que tenemos en nuestra sociedad.
Ya pasé muchos años y cientos de artículos dedicados a la denuncia. Por eso ahora me centro en el reconocimiento de aquellos que nos dan ejemplo, los que nos muestran con su vida diaria cómo se puede lograr vivir en armonía en una sociedad rodeada por la desconfianza, el miedo, la incredulidad y el apego al individualismo como una nueva tendencia que se hace cotidiana, en la que cada uno tiene que ganar, sin importar el costo personal o las acciones que tenga que realizar contra los que lo rodean para lograrlo, así sea pisar al amigo o al hermano.
No hablaré de mí, ni de mis cercanos, porque en lo que hago y cómo lo hago no hay nada importante, no me interesan ni la adulación, ni la crítica a las que vemos se han acostumbrado a servir con su comportamiento diario muchas personas preocupadas más por el “qué dirán”, que por la realidad de sus actos cotidianos. Seguiré fiel a mi principio de ser coherente entre lo que pienso, digo y hago, en mi vida cotidiana, sin esperar aplausos de vana gloria, ni sucumbir ante la crítica que ellos despierten. Para evaluar lo realizado tengo muchos momentos de soledad en los que puedo verlos con claridad, con realismo, para seguir haciéndolos cuando son correctos o corregirlos, si siento que estoy equivocado.
Hoy quiero desear a todas las personas, las cercanas y las lejanas, las que son amigos y las que no, un nuevo año lleno de prosperidad, esperanza y tranquilidad, en el que cada uno haga el mejor esfuerzo que le sea posible para lograrlo. Solo podremos estar tranquilos en una sociedad incluyente y libre de odios, rencores, guerras insensatas y desigualdades insalvables. La riqueza no es un problema para una sociedad, pero la pobreza le hace todo el daño. Tenemos que comenzar a pensar en la solidaridad social como medio de acabar con tanta desigualdad e injusticia. Feliz año.