La Encuesta de Percepción Ciudadana de Manizales (EPC) revela un panorama interesante sobre la participación en actividades culturales durante el 2023. Los datos nos invitan a reflexionar sobre qué significa la cultura para los manizaleños y cómo se está moldeando el tejido social de la ciudad. Con una participación del 57,8% en ferias, seguida por el 43,1% en cine y el 32,7% en conciertos, la preferencia por eventos masivos y de entretenimiento resulta evidente. Sin embargo, actividades como el teatro (13,5%), las conferencias (9,5%) y las visitas a museos o galerías (3,9%) muestran niveles significativamente menores.
El primer interrogante que surge es: ¿por qué los manizaleños privilegian ciertas formas de expresión cultural sobre otras? Aunque el gusto personal y las tendencias globales pueden influir, también es fundamental considerar factores estructurales como el acceso, los costos y la promoción de estas actividades. Si bien las ferias y los cines son opciones ampliamente accesibles y atractivas para diversos grupos, las artes escénicas y los espacios culturales especializados parecen estar atrapados en un espacio que aún no logra expandirse.
En términos de participación por edades, la EPC destaca que los jóvenes entre 26 y 35 años lideran con un 97,2%, seguidos de cerca por los de 18 a 25 años (94,7%). En contraste, los mayores de 55 años alcanzan un 84,5%. Esta diferencia plantea preguntas sobre cómo los intereses generacionales y las barreras de acceso varían a lo largo de la vida. ¿Cómo podría Manizales fomentar una participación cultural más inclusiva y equitativa entre las distintas edades? El reto es doble: adaptarse a las demandas de las nuevas generaciones mientras se mantiene una oferta atractiva para las personas mayores.
Los estratos socioeconómicos también ofrecen una clave para el análisis. Los estratos medios (3 y 4) registran la mayor participación con un 92,9%, seguidos por los estratos bajos (87,4%) y altos (89,1%). Este comportamiento sugiere que la clase media encuentra en la cultura un medio de integración y entretenimiento, mientras que los extremos enfrentan retos específicos: falta de acceso en los estratos bajos, costos intermedios y tal vez una mayor diversificación de intereses en los estratos altos. ¿Cómo influirán las futuras políticas culturales en cerrar estas brechas?
Más allá de los números, las actividades con menor participación -tertulias literarias (4,5%) y visitas a museos (3,9%)- nos invitan a cuestionar si la ciudad está aprovechando al máximo su patrimonio intelectual y cultural. Estos datos revelan una oportunidad existente para redescubrir y fortalecer espacios de reflexión y aprendizaje. ¿Qué estrategias podrían implementar las instituciones para revitalizar estas actividades?
La cultura no solo es un reflejo de quiénes somos, sino también una herramienta para construir el futuro. En este sentido, los datos nos desafían a pensar en cómo se transformarán los indicadores con el paso del tiempo. ¿Logrará Manizales incrementar la participación en actividades menos populares? ¿Será posible equilibrar los intereses de distintas generaciones y estratos sociales? Responder a estas preguntas será crucial para que la ciudad continúe desarrollándose como un epicentro cultural vibrante e inclusivo.