Manizales sigue en deuda con nuestros maestros, tanto pasados como presentes, de las artes plásticas y de las letras, escritores y poetas como Adel López, Juan Bautista Jaramillo, Luis Vidales, Maruja Vieira, Blanca Isaza, Bernardo Arias, Dorian Hoyos y Octavio Escobar; escultores como Guillermo Botero Gutiérrez, Álvaro Carvajal, Jorge Vélez, Alberto Betancur y Alberto Reyes y pintores como Luciano y Alipio Jaramillo, David Manzur, Jesús Franco y Genaro Mejía, entre otros.
Interminable sería la lista de los artistas que dejaron huella o la están labrando todavía. Hagamos un inventario de todos aquellos que merecen ser destacados para reivindicar su legado y reconocer su talento con algo tan elemental y tangible como darle su nombre a un parque, una avenida, una glorieta, una plazoleta o una sala de exposición; de tal manera que se conserve la memoria del personaje a enaltecer, como sucede en muchas otras ciudades del mundo que se destacan por esta característica.
Aunque nuestras ciudades se distinguen por su práctica nomenclatura de numeración urbana, esta podría ser complementada con los nombres de los maestros más significativos. Es de resaltar que los políticos de hoy y de siempre, no contentos de apropiarse con todo lo del Estado, también se han adueñado sin ningún mérito, de los nombres de los espacios públicos.
La nueva Secretaría de Cultura y Civismo de la ciudad, podría gestionar nuevos espacios públicos de interés cultural, que fomenten el sentido de pertenencia e identidad ciudadana, los cuales producen cambios estéticos agradables en su entorno. Cada inversión en un monumento histórico o en arte urbano, genera polos de desarrollo dentro de la zona de influencia de la ciudad, dándole significado y expresión al área intervenida, mejorando la seguridad de dicho espacio, contribuyendo al encuentro de personas y promoviendo el turismo cultural que estimula el crecimiento económico y las fuentes de empleo. La creación de estos lugares mágicos sirve para que el pasado no se olvide con el paso del tiempo. Estos sitios destacan y preservan los momentos históricos de la región, forman parte de la memoria colectiva de una ciudad, difunden y mantienen su legado para generaciones futuras.
Si la ciudad crece todos los días con nuevos edificios, conjuntos residenciales, calles y avenidas, también debería tener nuevos espacios de interés cultural que destaquen el arte y la cultura de la ciudad, así como a sus escritores, intelectuales, artistas, científicos o héroes anónimos; dándole un toque de personalidad y marcando la diferencia con otras ciudades del país, generando para propios y extraños espacios nuevos por conocer.
En la revisión que se adelanta del POT de Manizales, podrían incluirse normas y especificaciones mínimas y/o beneficios para los constructores que entreguen en sus desarrollos urbanísticos cesiones en forma de parques o plazoletas para la creación de estos nuevos espacios culturales, los cuales algún día pueden convertirse en patrimonio histórico de la ciudad.
Resaltar estas iniciativas, sirve como herramienta educativa para difundir el conocimiento sobre la historia regional o nacional y sus protagonistas, promoviendo la conciencia histórica y el orgullo por nuestras raíces.