Una persona sin sosiego le dijo a un sabio: Me voy a vivir a otra parte para tener tranquilidad. 
El maestro le dijo: Hace años existió un monje que vivía en un sitio desértico con otros eremitas. 
Acosado por las tentaciones tomó, un día, la decisión de abandonar el lugar e irse a otro paraje. 
Cuando se calzaba vio al lado de él a otro monje que también estaba ciñéndose las sandalias.
- Quién eres tú, le pregunto con curiosidad.
- Soy tu yo. Si por mí te vas, debo hacerte saber que vayas donde vayas estaré contigo. 
El monje se sentó entonces a meditar y recordó lo que le había dicho hace años un santo anciano:
“Todo lo que buscas está dentro de ti. Sólo una persona puede apartarte de la luz y de Dios: tú mismo”. 
Entonces pensó: Lo que vivo no es topográfico, es anímico, voy a cambiar de actitud, no de lugar.
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