Es frecuente escuchar los términos Corredor Regional de Occidente, Triángulo de Oro del Eje Cafetero, Antiguo Caldas o Viejo Caldas para referirse a la región que aglutina a Caldas, Quindío y Risaralda. Estos tres departamentos conforman una de las conurbaciones de mayor importancia en el país y como tal interactúan cultural, económica, social, política y geográficamente. Es por esto que los proyectos que se diseñen en un departamento tienen estrecha dependencia con los demás y esta razón motiva el gran compromiso de las fuerzas vivas de cada región por trabajar unidos en la conquista de los sueños colectivos.

Además, la relación de vecindad con departamentos tan importantes como Valle del Cauca, Antioquia, Cundinamarca y Tolima deberían funcionar desde hace muchos años como un solo ente regional promotor de macroproyectos de gran impacto para la zona central de Colombia, bien referenciada como el Triángulo de Oro del país, área encerrada por una línea imaginaria trazada entre Bogotá, Medellín y Cali, con unos indicadores sobresalientes: 10% de territorio nacional, 56% de la población total del país, 76% del PIB, 76% de la producción manufacturera, 72% de la producción industrial nacional, 75% del sector comercial, 73% de los servicios públicos domiciliarios y 67% de la producción de café del país cafetero.

Si miramos las cifras del último censo del DANE, el Eje Cafetero registra 2.272.709 habitantes de los cuales 923.472 pertenecen a Caldas, 839.597 a Risaralda y 509.640 a Quindío, representando el 4,7% de la población total del país. A pesar de la crisis cafetera y los programas de diversificación en varios renglones de la economía, la región contribuye con el 4,0% de PIB a nivel nacional.

Todo este preámbulo, en el que se exponen las inmensas potencialidades de la región analizada, es para hacer una reflexión en cuanto a la conectividad de estos tres departamentos, los cuales ofician como bisagra o corazón del triángulo de oro. La realidad es que la mal llamada Autopista del Café no responde a las necesidades de los pobladores de esta región y de los foráneos que transitan por la deficiente infraestructura del corredor vial del Eje Cafetero.

Vemos cómo los indicadores en demografía, tenencia de la propiedad, número de viviendas, conformación de hogares, dinámica económica y registro de industrias, establecimientos comerciales, el sector cafetero con el área cultivada y ocupación de mano de obra, la cobertura bancaria, población pecuaria y campo educativo superan la calidad y diseños de la infraestructura vial.

Como este es un problema que atañe a todos, la responsabilidad debe ser compartida. Las permanentes congestiones de Dosquebradas perjudican de igual manera a los vecinos de Caldas y Quindío y en segunda instancia a los de Antioquia, Valle del Cauca y Tolima. Sin egoísmos debemos buscar un espíritu integracionista en los entes territoriales involucrados para lograr propósitos comunes.

Los indicadores en la calidad de vida de sus moradores registran cifras satisfactorias, pero la conectividad vial es un proyecto que exige el esfuerzo de todos. Es necesario repensar el mejoramiento de la Autopista del Café, con ampliaciones significativas y rediseños acordes para un buen futuro.