Esta semana, se ha resumido y adaptado el artículo escrito por Alicia González Vicente, publicado en Materia de El País, España.
Las cenas de empresa, la esperanza de la lotería, los anuncios melancólicos, el despilfarro lumínico o la proliferación de plantas en las puertas de los comercios le han dado suficientes pistas: ya es Navidad. Cuando los dulces, las bombas, el papel de color y las figuras están en las vitrinas de los almacenes, desde primeros de octubre, ya no sabe a qué atenerse ni en qué momento del calendario se halla.
¿La Navidad sigue teniendo un sentido religioso? El teólogo Juan José Tamayo defendía que el aspecto subversivo de la Navidad es la celebración del nacimiento del hijo de Dios, hecho hombre como parte de... la historia y que si otra Navidad es posible, como propósito es loable, pero este año es tarde. Laura Fernández defendía que “lo especial de esta época es que la sociedad se pone de acuerdo para fingir, creer en la magia y superar su falta de ilusión del resto del año”.
Una forma de verla con la que no parece estar de acuerdo Sergio Fanjul ¿Alguien se acuerda de Jesucristo en Navidad? “Jesús expulsó a los mercaderes del templo y, dos milenios después, los mercaderes le han expulsado de su cumpleaños. Ya no es ‘superstar’: el significado cristiano ha sido sustituido por el consumo y la efigie de Cristo casi eliminada”.
No son unas Navidades más, como recordaba Jordi Sarrión-Carbonell en Recuperar la luz en Navidad. “Vamos a vivir la triste paradoja de que, en muchos lugares se ha triplicado el presupuesto para luces de Navidad, hay todavía miles de empresas, viviendas y familias rotas”.
Con invierno o verano, se notan especialmente las ausencias, que crecen a medida que pasan los años, como contaba Marta Peirano en Manual de sincronía navideña. “Hace cinco años murió mi abuela, y en mi familia se acabó la Navidad”, sentimiento en el que muchos estamos reflejados, con diferente intensidad. Peirano recuerda que estas fechas se nutren de la tradición; porque asegura: “la magia de la Navidad está en la repetición”. Esto explica nuestro empeño en acudir a cenas interminables con gente que no soportamos el resto del año, con o sin vínculo de sangre.
Pero la tradición es la tradición, como recuerda Alex Grijelmo en El absurdo de los villancicos, “Entonaremos felices estas letras navideñas, a pesar de sus contradicciones”. Ya saben. Beben y beben y vuelven a beber…
Sostiene Raquel Peláez en Cuento de hadas… : “No me sorprende tanto que la salud de una mujer se convierta en debate nacional solo si no está delgada. La misoginia y la gordofobia son capaces de cargarse de razones inauditas, también en Navidad”.
Comprobado, esto no es un cuento de Navidad y, por lo tanto, no hay moraleja. No tema, … todos los desastres seguirán en su sitio… Mientras tanto, sean tan felices como puedan. Todos.