Manizales, mejor Caldas y porqué no Colombia, está bien surtida de interesantes escritores, aquellos que, a pesar de no publicar con las grandes editoriales, gratifican a sus regiones con libros que captan perfectamente la atención de exigentes lectores.
Dentro de estos portentos locales tengo yo al padre Jaime, que muchos lectores también conocen como Cecilio Rojas de la sección de “Voz del Lector” de este mismo diario. Su recién autopublicado libro “Cápsulas Teológicas” figura como su tercera obra.
Como católico, celebro que sea el tema de la teología la que amplíe la diversidad de los libros de Manizales colocando otra estrella en ese firmamento dominado por la novelística y la historia.
La teología tiene fama de ser densa y seca, pero, por medio de la pluma sapiente del padre Pinzón, este interesante tema, para aquellos que seguimos al Redentor por la ruta romana y apostólica, adquiere una condición, casi que, cotidiana.
Con sentido práctico, basándose en sus buenos conocimientos semánticos, aborda el padre Jaime conceptos como el Dios trino o los milagros, y los explica con gran facilidad.
Este presbítero no argumenta como un abogado o como un escolástico, sino que busca la idea más sencilla y sobre ella desarrolla su pedagogía, actitud tan urgente en estas épocas en las que la Iglesia Católica asume una posición muy leve ante la opinión pública, a pesar de ser nuestra sociedad bastante espiritual.
Los medios difunden con eléctrica rapidez los desaciertos de ciertos operarios de la Iglesia y muchas veces, obras como
este capsulario teológico no merece la atención debida.
Muchos de los temas, más de 100 en las 335 páginas que consta el libro, son engastados en capítulos cortos que no fatigan al lector.
Dista su antología teológica de ser un texto doctrinario ávido de seguidores; todo lo contrario, en este libro un hombre paciente comparte su conocimiento con gusto y atención.
Aquí nadie se esconde detrás de un elegante estilo para transitar por lugares comunes ostentando sabiduría para hacer demagogia.
La religiosidad del padre Jaime es original y carece de ambiciones, y estoy seguro de que esta reseña no era lo que él pretendía cuando me entregó, en un paradero de busetas, un ejemplar del libro.
Es este libro uno que se puede leer por capítulos, los que invitan a reflexionar e ir anotando preguntas, tanto que no lo he leído en orden, sino atraído por los nombres de los capítulos, he saltado con gusto.
¿Cómo no voy a dejar de leer primero aquel sobre la fe de Gustavo Petro, escrito antes de elecciones? Y relegar para otro día uno con el título “Resurrección de la carne, pero no según la carne”.
Cierro esta reseña mencionando los dos libros anteriores de este culto hombre de Dios: uno sobre caballos, en el que el padre Jaime confiesa su amor y admiración por estos animales, y el otro, “Canas y Arrugas” en el cual cuenta un buen número de anécdotas del clero local, testimonio que, si él no lo da, se pierde esa historia para la región.