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“Me duele que en este Gobierno, que yo ayudé a elegir, no hay transparencia en muchas acciones y hay muchos casos de corrupción”, vicepresidenta y ministra de la Igualdad y Equidad, Francia Márquez. “Como feminista y como mujer, yo no me puedo sentar en esta mesa de gabinete, de nuestro proyecto progresista, con Armando Benedetti, y yo no soy la que voy a renunciar, presidente”, ministra de Ambiente, Susana Muhamad. Fue parte de lo que se escuchó en el consejo de ministros que el presidente Petro hizo público, y que se le convirtió en una seguidilla de quejas, reclamos y enfrentamientos.

La vicepresidenta aprovechó para expresar su inconformidad por el nombramiento de Laura Sarabia como canciller y de Benedetti como jefe de despacho. Se sigue enredando el presidente al insistir en nombrar a sus más cercanos en cargos de dirección y confianza, saliendo en defensa de cuestiones nada claras. Lo más grave es la equivocada forma en que manejó este consejo público de ministros y que desató lo que hoy ya es una crisis más de gabinete y de Gobierno.

Todo indica que también se equivocó el presidente al haber transmitido en vivo por los canales nacionales un espacio que es de la entraña de lo administrativo, en el que se abordaron intimidades de su equipo de trabajo que debieron ser resueltas internamente, aunque también puede pensarse que presenciamos una implosión controlada para facilitar una reconfiguración del equipo de Gobierno, quien sabe con qué intereses u objetivos. Una actuación más natural y pacífica pudo limitarse a presentar una parte de este consejo para mostrar cómo funciona, pero exponer hasta los regaños, como el que les hizo a los ministros porque de 195 compromisos han incumplido 146, demuestra que hay un inadecuado ejercicio de liderazgo.

Es fácil pensar que estos hechos tienen relación con las elecciones del 2026. Si hay irregularidades administrativas o de otro tipo, es deber de cualquier funcionario público denunciarlo, callar es cohonestar; pero además, si el país está en manos de un equipo con tantas fisuras y divisiones, el presidente debe corregirlo porque no es de poca monta lo que está ocurriendo y se requiere un gabinete coordinado y trabajando unido para resolver los graves problemas nacionales, pero también se necesita que él asuma un liderazgo asertivo, porque mucho de lo que se ventiló viene ocurriendo desde hace tiempo. Mañana el Gobierno Petro completa dos años y medio de su periodo y comienza la recta final.

Un consejo de ministros es una instancia para rendir cuentas, para planear y para tomar decisiones. No puede convertirse en un espectáculo, mucho menos dejar cabos sueltos ante la gravedad de lo expuesto. El director de la UNGRD, Carlos Carrillo, dijo que con lo sucedido todos los ministros deberían presentar renuncia protocolaria. Coincidió en ello el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, que además aseguró que el gabinete como está es insostenible. Como consecuencia, el director del Dapre, Jorge Rojas, quien llevaba una semana en el cargo, presentó renuncia irrevocable. Seguramente sintió que sus funciones iban a estar menguadas con la llegada de Benedetti. Hoy más que nunca Colombia está necesitando acciones, ejecuciones y respuestas a necesidades, no más problemas.