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Ucrania sigue siendo el centro de discusiones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ese exclusivo club de 32 países aliados, en el que están potencias mundiales. Terminó el jueves en Washington la cumbre de esta Organización para celebrar su 75 aniversario, en la que se sentaron las bases de ayuda gubernamental, financiera (40.000 millones de euros), militar, de seguridad y tecnológica para que Ucrania prevalezca. Es una fuerte sentencia a Rusia, que sigue representando una amenaza por sus capacidades bélicas, la insistencia de mantenerse en guerra contra Ucrania y no negociar.
Este es un conflicto que lleva dos años y cinco meses, centrado en la oposición de Rusia a que la OTAN se siga expandiendo con el posible ingreso de Ucrania a esta alianza euroatlántica en la que aparece Estados Unidos como el gran enemigo junto al resto del mundo occidental. De entrar Ucrania se entenderá que cualquier ataque es contra todos los miembros, según el Tratado, de allí la resistencia de muchos países aliados a que ingrese Ucrania. Sin embargo están de acuerdo en seguirlo apoyando, a tal punto que acordaron asumir la dirección de un centro de mando en Alemania para el envío de donaciones internacionales y coordinar las misiones de adiestramiento de militares ucranianos en países del este.
Bien que la OTAN quiera contribuir a la defensa ucraniana, porque ya son miles de personas las que han muerto en esta absurda guerra, pero debería estar es considerando en ser mediador internacional para acabar con el conflicto lejos de las armas y que no sigan siendo inocentes las víctimas. La OTAN se viene fortaleciendo con el ingreso en el último año de Suecia y Finlandia, este último poseedor de uno de los ejércitos más modernos en el mundo, casi como mecanismo de defensa contra Rusia, que peligrosamente ya anunció tomar decisiones para contener la alianza, pues siente cada vez más cerca de su territorio a ejércitos de la OTAN.
El riesgo de todas estas determinaciones es que se inicie en el mundo una nueva guerra fría, pues Estados Unidos y Europa han impuesto fuertes sanciones a Rusia y ahora los países aliados y sus socios del Indo-Pacífico también advirtieron a China que no pueden seguir alimentando este conflicto militar con el envío de material de guerra a Rusia. Sienten que deben permanecer unidos para defender especialmente sus intereses en seguridad, que es lo que más les preocupa frente a las posibilidades rusas y de sus aliados como son Bielorusia, Siria; pero también Corea del Norte que ha mostrado cercanía y son igual de peligrosos con sus armas.

Será definitivo para el futuro de la OTAN el resultado de las elecciones de noviembre en Estados Unidos, si es reelegido Joe Biden o algún demócrata se mantendrá en la alianza; pero si gana Donald Trump, que en su presidencia amenazó con retirarse, las cosas serán a otro precio. Por el lado latinoamericano, Rusia mantiene una fuerte relación, incluso comercial, con Cuba, Venezuela y Nicaragua, y hasta el presidente colombiano, Gustavo Petro, en varios escenarios se ha mostrado cercano a Putin y poco ha salido a rechazar los ataques rusos a Ucrania.