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El Gobierno de Gustavo Petro no ha corrido con la mejor suerte, aún desde sus inicios en el 2022, ha tenido que sortear complejas situaciones suscitadas, muchas de ellas, por errores administrativos o por terquedad. Pero el actual es el peor momento que atraviesa. A mediados de enero estalló una de las peores tragedias humanitarias que ha tenido Colombia, los enfrentamientos entre el Eln y disidencias de las Farc por la lucha territorial que dejaron por lo menos 80 muertos y una cifra muy cercana a los 40 mil desplazados por la violencia de estas guerrillas y la inoperancia del Estado.

Ha sido una seguidilla de hechos, porque se vino la suspensión de los diálogos de paz con el Eln que puso en jaque la política de paz total y reveló las deficiencias en defensa y seguridad nacional, tanto así que esta zona sigue en medio de la violencia. Le siguió la crisis diplomática con el presidente Donald Trump, que puso en riesgo las relaciones bilaterales; los presuntos vínculos del Gobierno con nuevos hechos de corrupción, y la transmisión inusitada de un consejo de ministros que el presidente Petro usó para regañarlos públicamente y que terminó en zafarrancho.

Se vino un remezón ministerial y una crisis de gobierno por lo que representa para el normal devenir institucional. Los primeros en renunciar de forma irrevocable fueron Jorge Rojas, director del Dapre, y Juan David Correa, ministro de Cultura. El presidente pidió entonces la renuncia a todo su gabinete, según dijo para avanzar en su Plan de Desarrollo. Luego siguieron las dimisiones de Susana Muhamad como ministra de Ambiente, la caldense Gloria Inés Ramírez como ministra de Trabajo, Juan Fernando Cristo como ministro del Interior, e Iván Velásquez como ministro de Defensa.

Con ello se está poniendo en riesgo el avance de las ejecuciones oficiales, que tanto se le han pedido al Gobierno nacional, porque quienes lleguen tendrán que dedicar un tiempo a empaparse de lo que deben hacer. Una crisis no se resuelve ventilando asuntos administrativos internos, pero tampoco con renuncias. Si el presidente Petro hubiese tenido más tacto para llamar la atención a su gabinete, que en buena parte no ha cumplido con las metas fijadas, es cierto, hoy no se tendrían tantos ministerios a punto de quedar sin dirección y quizás en una larga y riesgosa interinidad que afectará al resto del país.

Entre los que ya abandonan el Gobierno, había muchos reparos con Velásquez por lo que se volvieron errores consuetudinarios en Defensa, se necesita que llegue otra persona que sí conozca este sector y sea capaz de coordinar procesos para resolver sus delicados problemas. Pero también hay que reconocer que otros tienen intereses políticos y deberían haber dado un paso al costado desde hace tiempo para no entorpecer la función pública. Aunque el presidente ha dicho que no serán muchos cambios en su gabinete, las seis renuncias irrevocables que van hasta ahora dejan un hueco administrativo muy riesgoso, si lo que se quiere es avanzar.