Autoridades de la comunidad indígena Damasco caminan por la vereda Cuba, donde comparten con los no indígenas. Al principio eran un asentamiento en el territorio, pero ahora ganaron el reconocimiento como parcialidad que les permite acceder a beneficios gubernamentales y a proteger sus tradiciones.

Fotos | Luis Fernando Trejos | LA PATRIA 

Autoridades de la comunidad indígena Damasco caminan por la vereda Cuba, donde comparten con los no indígenas. Al principio eran un asentamiento en el territorio, pero ahora ganaron el reconocimiento como parcialidad que les permite acceder a beneficios gubernamentales y a proteger sus tradiciones.

LA PATRIA | Manizales

Cuba arde. Son 30 grados en promedio, que pueden ser más en verano. Bajan los niveles de los ríos Cauca y las quebradas La Chucha y El Triángulo. La actividad fluye en las tiendas de doña Gloria, de don Edgar, de don Miguel Infante, de doña Percida Ardila y de don Nolberto. Entran y salen indígenas y no indígenas, que comparten esta vereda, tan cerca y tan lejos de todo.

Los indígenas son 166: 83 mujeres y 83 hombres, pertenecientes a 62 familias de Damasco, perteneciente al pueblo Embera Chamí, que desde junio del año pasado celebran su reconocimiento como parcialidad, luego de ser asentamiento, otorgado por el Ministerio del Interior.

"Con esa resolución son muchos los beneficios para nosotros. Es lo que aquí llamamos lucha milenaria para ser reconocidos y para conservar nuestras raíces y tradiciones", dice su gobernadora, Luz Mayeli Aguirre, quien más adelante ilustrará sobre los beneficios de esta decisión.

Una carretera sin pavimentar, con algunos tramos en placa-huella y casi imposible de transitar en invierno, es la comunicación de ellos con el mundo por la vía Manizales-Medellín, justo antes de llegar al corregimiento de Irra (Risaralda).

El paso anhelado por quines habitan en asentamientos indígenas es que el Estado los reconozca como parcialidad (lo que ya logró Damasco). Una vez superado este paso, existe la opción de convertirse en resguardo, siempre y cuando tengan la propiedad de las tierras, compradas y asignadas por el Gobierno nacional. Lo explica la gobernadora.  

La historia de la comunidad de esta nota la cuentan, en parte, la Casa Indígena y su mural, en el centro de Cuba, y en medio de viviendas que combinan guadua, ladrillo y cemento.

 

Tres personajes que reseñan a la comunidad indígena Damasco, en Caldas

Las imágenes de tres personajes, plasmadas en la pared, resumen los legados. Erasmo Colorado (1936-2021): el primero que llegó a la zona, hace unos 50 años, tras huir con su familia de la violencia y la persecución en los resguardos de Riosucio y Supía.

Bertilda Bueno (1947-2020): mayora y partera de gran reconocimiento.

Y la imagen de Obdulio Damasco, en el centro del mural, como el cacique de quien la leyenda cuenta que se enterró vivo con sus seres queridos como señal de resistencia de su pueblo a los procesos colonizadores, de españoles y de antioqueños.

Damasco está grabado en el muro y también en los documentos, en las reseñas y en la mente de todos, pues de él tomaron el nombre para la comunidad.

En la resolución 143 del Ministerio del Interior, emitida el 20 de junio del 2024, se usa la palabra Damasco en 30 ocasiones. “Inscríbase en el registro de comunidades indígenas a la comunidad indígena Damasco, pueblo Embera Chamí, vereda Cuba, municipio de Neira, Caldas”.

La entidad nacional tuvo en cuenta diversos aspectos, entre ellos conservación de creencias, tradiciones y costumbres. La resolución está pegada en una pancarta del primer piso de la Casa Indígena.

 

Tres puntos clave para que Damasco sea parcialidad 

La gobernadora la lee y pone unos ejemplos:

Una creencia

"Enterrar bananos, manzanas y otras frutas dulces en el sitio sagrado El Cuchillón (montaña del Silencio) para agradecer y pedir a los espíritus, el alimento diario".

Una tradición

"La armonización del territorio con rituales, liderados por la sabedora Maribel Suárez, que incluyen, el abuelo tabaco, chimú (una especie de chicle elaborada con tabaco), itua (mezcla de vino con chirrincho de caña), y otros elementos considerados sagrados".

Dos costumbres

"Arepas rellenas, tortas, nalgas de ángel, y en general comidas a base de auyama y principalmente de maíz. Además, remedios contra el dolor preparados de plantas como llantén y romero".

 

Antes de otorgar la categoría de parcialidad, el Ministerio efectuó lo que llamó Estudio y concepto etnológico de la comunidad de Damasco. Expresa que es evidente lo que denomina sujeto colectivo que adelanta acciones con el objetivo de salvaguardar sus tradiciones culturales, su autonomía territorial, sus memorias y formas de vida ancestral.

Así mismo, deja por sentado: “... durante su proceso de fortalecimiento y consolidación como colectivo indígena ha desarrollado estructuras e instituciones con el ánimo de fortalecer la autonomía, la justicia y gobierno propios”.

El análisis destaca el autorreconocimiento como pueblo indígena; la figura de un gobierno; encabezado en este caso por una gobernadora, y la adopción de costumbres occidentales, pero con la permanencia de sus características y costumbres ancestrales, entre otras

Además, el reconocimiento como organización desde las autoridades indígenas locales, departamentales y nacionales.

 

Conservar los rituales en el territorio forma parte de la riqueza cultural de la comunidad de Damasco. La sabedora Dora Libia Moreno preside una ceremonia de armonización, en la cual participa la comunidad. En la foto con Luz Edelma Echeverri, segunda al mando de la Guardia Indígena.

 

Indígenas y no indígenas conviven en Damasco, vereda de Caldas 

Sobre la relación con la población no indígena de la vereda Cuba, el Ministerio manifiesta: “... son conocedores del proceso de la Comunidad Damasco y conscientes del proceso de la comunidad; saben de la ancestralidad de los indígenas en el municipio y que otrora fue territorio completamente indígena. Así mismo, desde este sector no indígena de la población se ve con buenos ojos la lucha de la comunidad, pues reconocen que este proceso beneficiará a todos”.

Sin embargo, LA PATRIA conoció que con tutelas y demandas se han opuesto al proceso de Damasco. Este diario contactó a Adriana Galvis, presidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC) de la vereda Cuba. Ella respondió que prefería esperar a que saliera esta publicación para pronunciarse.

La gobernadora reconoce que hay cierta oposición. “En Cuba somos una vereda muy unida. Es más, con la resolución nos favorecemos todos porque llegarán más recursos, habrá más calidad de vida con oportunidad de mejorar vías, salud, vivienda, educación”.

Añade que el temor es porque se cree que los indígenas se van a apoderar de tierras. “Eso no puede ocurrir. Tenemos claro que si un dueño quiere vender, se debe postular ante la Agencia Nacional de Tierras, entidad que decide si le compra o no”.

En Cuba los indígenas se siente orgullosos de su pasado y del presente con miras a conservar sus orígenes. Por eso, estas voces para cerrar:

Edwar Andrés Aguirre, de la Guardia Indígena: “Gracias al proceso que hemos llevado de juventud tenemos más reconocimieno y participación en las decisiones. En el colegio nos llevamos muy bien los indígenas con los no indígenas”.

Epifanio Aguirre, médico tradicional: “No me siento mal que digan que somos indígenas, que somos memés, eso no nos perjudica, pues indígenas somos todos. Estamos orgullosos de cultivar la tierra, de nuestro pasado y de nuestro presente y futuro”.

La comunidad indígena de Damasco, en zona rural de Neira, pasó de ser un asentamiento a ser parcialidad, mediante resolución del Ministerio del Interior, lo cual le da beneficios para sus proyectos. Líderes posan frente a un mural que cuenta la historia en Cuba, caserío al cual llegaron hace cerca de 50 años.

 


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