Foto | LA PATRIA 'Los nombres de Feliza', del escritor Juan Gabriel Vásquez.
La escultora colombiana Feliza Bursztyn poseía una "alegría explosiva" que deslumbraba a Gabriel García Márquez y al resto de sus amigos, pero acabó muerta "por tristeza", un misterio que el escritor Juan Gabriel Vásquez desentraña ahora en su nueva novela, 'Los nombres de Feliza', de la que habló con EFE.
"Todo mi reto era tratar de conocer a Feliza Bursztyn –un personaje real– como se conoce un personaje de ficción, es decir, por completo, por dentro, lo que le pasaba en la cabeza, en las emociones, en eso que, a falta de mejor palabra, llamamos el alma", explica Vásquez (Bogotá, 1973) en una entrevista en Madrid, ciudad en la que pronto vivirá.
La novela tiene como germen una columna que escribió el nobel de Literatura colombiano pocos días después del desplome repentino e inesperado de Bursztyn en un encuentro junto a sus parejas y otros amigos, y que incluía una frase con la que Vásquez llevaba obsesionado desde hace 27 años: "La escultora colombiana Feliza Bursztyn, exiliada en Francia, se murió de tristeza a las 10,15 del pasado 8 de enero en un restaurante de París".
Vásquez traslada la intriga al lector a través de la construcción de una novela que desde su inicio cuenta la muerte de la artista. "Quería que el lector lo supiera desde la primera página y que, sin embargo, se interesara en saber cómo ocurrió"; es decir, lo que él mismo descubrió en la investigación histórica, política y personal que emprendió para entenderlo.
En la obra describe a una mujer "que siempre estuvo tratando de vivir en sus propios términos" y "tremendamente libre, y eso siempre viene con riesgos y siempre se paga un precio".
Los "malentendidos constantes" con la grafía del apellido Bursztyn, mal escrito hasta en su lápida, o la decisión de Felicia de cambiar su nombre a Feliza durante la adolescencia, sirven de metáfora para explicar a "una persona con un lugar muy inestable en su propia vida, en la sociedad colombiana, y en el mundo del arte".
"Fui descubriendo que el diagnóstico –de la tristeza– no pertenece al momento de su muerte, es una acumulación de hechos a lo largo de su vida, un constante enfrentamiento contra pequeñas o grandes tragedias: el alejamiento de sus hijas, la muerte de la gente que más quería, los ataques de un sistema conservador y reaccionario en el arte, la vida, la sociedad", describe el autor.
Obstáculos que fueron minando la alegría de esta mujer "obstinadamente colombiana", que buscó toda su vida un espacio físico en el que asentarse del que al final también es expulsada cuando la echan del país tras una dramática y absurda detención.
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