Foto | Cortesía | LA PATRIA El gobernador de Caldas, Henry Gutiérrez, le entregó en el 2024 un reconocimiento a Atala Estrada por su aporte a la educación manizaleña.
La centenaria educadora caldense Atala Estrada de Estrada falleció este lunes (20 de enero).
Fue la fundadora del desaparecido colegio Atala Estrada, en compañía de su esposo, Jorge Estrada Arango.
En el 2024 el gobernador de Caldas, Henry Gutiérrez, escribió una columna en LA PATRIA en la que exaltó su labor y explicó el porqué hacerle un homenaje a Atala y a otros caldenses en vida. “Una mujer que aportó de manera significativa a la educación manizaleña. A lo largo de sus 100 años de vida, Atala trabajó incansablemente para construir una sociedad basada en el desarrollo humano, irradiando amor, sabiduría y felicidad. Junto a su esposo, Jorge Estrada, transformaron la educación en Manizales con la construcción del Colegio Atala de Estrada, adoptando la pedagogía Montessori y principios de inclusión para acoger a jóvenes marginadas. Su dedicación permitió a muchas alumnas superar barreras sociales y prosperar profesionalmente”, indicó el mandatario.
La velación de Atala Estrada de Estrada se realiza en Jardines de la Esperanza. Sus exequias se llevarán a cabo hoy martes (21 de enero) a las 12:00 del mediodía en la capilla Centro Memorial La Nubia.
Lea el artículo sobre la trayectoria y labor de Atala Estrada que publicó LA PATRIA el 5 de febrero del 2017.
La clase Atala
Foto | Darío Cardona | LA PATRIA La educadora manizaleña, con recortes de LA PATRIA de 1965, año en el que abrió su primer jardín infantil.
Andrés Rodelo
LA PATRIA | MANIZALES
Parece mentira la Manizales instalada en el recuerdo de Atala Estrada. A sus 93 años la describe con una lucidez y un lujo de detalles que dan cuenta de cómo era en los años 60 y 70. Pareciera evocar una sociedad perdida en el tiempo, que a fuerza de cambios terminó convertida en la que es hoy.
Fundadora del desaparecido colegio Atala Estrada, en compañía de su esposo fallecido, Jorge Estrada Arango, cuenta: “Nuestro bachillerato era femenino. Recibimos niñas casadas, embarazadas, con hijos. Todas fueron rechazadas por otros planteles. Salieron adelante y ya son unas profesionales”.
Hoy suena impensable que se expulse a una alumna por estar embarazada, a raíz de las leyes que velan por sus derechos. Pero lo que actualmente es una regla, hace 52 años era una excepción. “Decían que era un mal ejemplo para las otras. Al colegio lo criticaron mucho por recibirlas”, dice José Alirio Jiménez, antiguo docente del centro educativo.
Contra viento y marea, haciendo caso omiso de los comentarios, Atala trabajó para no desampararlas. “Un día las niñas se fueron al final de la jornada. Me sorprendió que una estaba llorando en las escaleras. Me confesó que la echaron de la casa, pues esperaba un niño. Llamé a mi esposo y él, con ese corazón enorme que no le cabía en el pecho, me consultó si la podíamos adoptar. Nos hicimos cargo de ella y del niño que venía en camino”, recuerda conmovida.
Foto | Darío Cardona | LA PATRIA
Doña Atala, de 93 años, extendida en el suelo de su casa para explicar las relajaciones que hacía con sus alumnos.
El tiempo le dio la razón
La prueba de que su filosofía educativa se proyectaba hacia el futuro la tiene José Alirio. “En 1992 empecé a cursar pedagogía reeducativa en la antigua Corporación Universitaria Luis Amigó. Allí me topé con la enseñanza del amor, caracterizada por el respeto y el cariño, sin concesiones, siempre con un norte académico. Pero eso lo conocí 20 años antes cuando di clases en el colegio Atala Estrada. Ella y don Jorge estaban adelantados a su tiempo”.
Que su enseñanza fuera tan revolucionara para la época obedeció a sus estudios en Chile, en donde conoció la metodología de la profesora italiana Maria Montessori. “Eran tiempos difíciles. Se creía que la mujer no valía, que solo servía para la cocina. Ella las acogió y las convirtió en profesionales destacadas. El aporte educativo de Atala Estrada a Manizales es invaluable”, señala el padre Horacio Gómez, quien fue capellán de la institución.
Así lo siente ella, como una causa por el progreso y la educación de la ciudad. “Yo amo tanto a Manizales. Es una ciudad hermosísima, bellísima, lo más lindo que tenemos, lo más grande. La siento dentro de mí”, asegura convencida, mientras las lágrimas la invaden.
Gratitud es la palabra que tiene hacia sus antiguos profesores. Se remonta a un día en el que llegaron 10 alumnas nuevas. “Venían atrasadas en conocimientos. Mi esposo propuso a los maestros dar clases extras para nivelarlas. Les dijo que el colegio no estaba en condiciones de contratar más maestros. Nunca recibimos ayuda de nadie. Superamos los problemas a medida que aparecían. Los docentes se reunieron y aceptaron. Así fue como las sacamos adelante”.
Foto | Cortesía | LA PATRIA
Atala Estrada y María Isabel Jaramillo, durante el grado de bachilleres de 1976.
Orígenes
Una labor que comenzó en 1965. Atala y su esposo abrieron un jardín infantil en el barrio Belén. Allí arrancaron con cinco niños y al cabo de 20 días tenían 40. “Llamamos la atención del Gobierno y de la sociedad sobre la importancia de los jardines. También montamos uno en Fátima y otro en El Carmen para pequeños de escasos recursos”.
Luego llegó la primaria y el bachillerato “Graduamos a varios niños de primaria. Los padres querían que la educación de sus hijos siguiera en nuestras manos. Por eso abrimos la secundaria”.
El trato dulce y maternal de Atala continúa intacto cuando se encuentra con sus antiguas alumnas. Para ella siempre serán sus niñas, independiente de la edad que tengan hoy. Desde el principio tuvo claro que ternura no era sinónimo de alcahuetería: “Las regañaba cuando era necesario. Además les exigía académicamente”, afirma.
Fin
Tras 24 años de historia, el colegio Atala Estrada cerró sus puertas en 1993. Funcionó en el Seminario Mayor y luego en el barrio La Camelia. La muerte de Jorge Estrada, la falta de presupuesto y el traslado de dos hijos suyos a Bogotá por cuestiones laborales la obligaron a radicarse en la capital del país. “Dos egresados del Instituto Universitario quedaron a cargo de la planta física, pero era otro colegio con una filosofía diferente. Me da mucho dolor. Yo hubiera querido seguir”, lamenta.
Para sus exalumnas nunca desapareció. “Fue un ciclo que se finalizó con gran satisfacción. No acabó. El colegio está presente en todos nosotros”, menciona María del Pilar Jaramillo.
En el recuerdo también quedan esos niños que amaba, en consonancia con el cariño que siente por la infancia y la juventud. Especialmente uno que un día lloraba desconsolado. “Él tenía un mango y los profesores intentaban quitárselo, pues se había ensuciado el delantal con él. Me tiré al suelo del jardín, porque a los niños les encanta eso. Le dije: 'mi corazón de oro, ¿qué te pasa?' Me respondió: 'Es que me lo van a quitar y lo traje para compartirlo contigo'. Me puse a llorar, le dije cuánto lo amaba”.
Foto | Cortesía | LA PATRIA
En compañía de su esposo fallecido, Jorge Estrada Arango, también fundador del colegio Atala Estrada.
Cuál sería la sorpresa de doña Atala cuando un hombre se presentó en su casa años después. Le dio un beso en la frente apenas la vio. “Tenía maletín, corbata. Un sueño de hombre. Le pregunté: '¿Quién eres?' Y me dijo: 'Tú eres mí tía Atala. Soy el niño del mango. Ya soy un profesional. Gané una beca para estudiar en Canadá. Antes de irme quería mostrarte mis calificaciones. Todo esto es fruto tuyo”. No hay mayor recompensa que esa, sostiene ella.
Exalumnas de Atala Estrada
María del Pilar Jaramillo, arquitecta
La relación alumno-profesor no era una barrera. El nivel educativo era excelente. Fue un colegio que miraba hacia el futuro, más abierto y flexible en comparación con los demás.
María Isabel Jaramillo, odontóloga
Yo provenía de un colegio religioso. Allí uno no podía salirse de la raya. Llegué a donde Atala en donde las alumnas podían salirse de la raya, pero conservando los códigos de ética y moral de toda la vida.
Adriana de la Torre, economista
Al colegio lo criticaron mucho, pero también lo reconoció otro sector de la sociedad. Existía una comunicación abierta en la institución, no vertical y autoritaria
“Es el niño una rosa en botón, cojamos con cuidado cada pétalo y nos deslumbraremos con todo su hermoso color”, Atala Estrada.
Agradecida
Doña Atala agradece a su familia, especialmente a sus hijos, a quienes considera una fibra de su corazón y su alma.
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