“Víctima” feliz y afortunada de una inveterada costumbre mía de pasar la Navidad y el Año Nuevo “lejos del mundanal ruido” las recientes festividades las viví acompañado de un grupo de amigos en el extremo de los Llanos de Colombia, navegando y siguiendo la ruta de Alexánder von Humboldt y Amadeo Bonbland en el Orinoco. Fuimos con Ariel Trujillo, experto organizador del grupo y excelente guía del Orinoco, del Guaviare y del Inírida. Este año, Dios mediante, entre el 9 y el 19 de diciembre repetiremos la fabulosa excursión. Estoy atento a los que quieran viajar conmigo.
El sabio Humboldt llegó a Venezuela en 1800, descendió el río Apure y cayó al Orinoco, el tercer río más caudaloso de la Tierra. Lo remontó siguiendo el cauce que marca límite entre Colombia y Venezuela. Salvó los peligrosos y bellos raudales de Atures y Maipures, como lo hicimos y lo haremos nosotros, y llegó a las bocas del Guaviare. Allí siguió remontando el bellísimo río Atabapo y los ríos Tuamini y Temi, cayó al Negro y llegó al Caño Casiquiare confirmándole al mundo que este río une las cuencas del Orinoco y del Amazonas.
El jesuita fray Joseph de Gumilla, famoso misionero de los Llanos Orientales, es autor del libro clave sobre estas regiones, titulado: “El Orinoco Ilustrado y defendido: Historia natural y geographica de este gran río y de sus caudalosas vertientes, gobiernos, usos y costumbres de los indios sus habitadores, con nuevas y útiles noticias de animales, árboles, escrita por el padre Joseph Gumilla, de la Compañía de Jesús”. Hasta aquí el título. Pues bien, Gumilla negaba que el Caño Casiquiare una las cuencas de los dos ríos gigantes de Sur América. El libro, como anoté más arriba, es clave para conocer la historia de las misiones y de las haciendas jesuíticas de los Llanos y de la vida de los indígenas, sus costumbres y de la geografía de la región. Cuando los jesuitas fueron expulsados de sus dominios por el rey de España, en 1767, abandonaron los Llanos Orientales. Allí habían realizado gran labor.
Años más tarde Humboldt emprendería su segundo viaje por Colombia entrando por el río Magdalena, y subiendo a Bogotá. Allí conoció y elogió la labor de la Expedición Botánica y de su director José Celestino Mutis. Como dato curioso anotó en su diario de viaje que las damas de la alta sociedad de Santafé tenían piojos. El sabio siguió luego por Cali, Popayán y Pasto y llegó a Quito. Francisco José de Caldas quiso que el sabio lo llamara como compañero de viaje, pero no fue así. En Quito Humboldt consiguió otro compañero. Sobre este episodio doloroso para nuestro sabio payanés la historia se ha ocupado largamente. Humboldt abrió América al mundo y es uno de los grandes sabios, naturalistas y geógrafos de la humanidad.
En nuestro viaje con Ariel Trujillo, al llegar a las bocas del Guaviare entraremos hacia Colombia, navegaremos el río Inírida y llegaremos a los espectaculares cerros de Mavicure en el departamento del Guainía, que como he dicho en varias ocasiones es para mí el departamento más bello de Colombia en su naturaleza: Estrella Fluvial del Sur que es territorio Ramsar, los ríos blancos y los negros, los tepuyes, las lagunas, las etnias, la flora. la pesca… sin olvidar que la “flor del Inírida” fue escogida como el símbolo de la pasada COP16 celebrada en Cali. La bella flor crece en extensas sabanas del departamento. En varios de mis libros sobre Colombia los paisajes del Guainía ocupan páginas y portadas.