Fernando-Alonso Ramírez
Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!
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Dark Isle es una isla frente a otra isla en el estado de Florida en los Estados Unidos, que sirvió como palenque, un lugar escogido por los esclavos para refugiarse y negarse a volver a servir al hombre blanco. Ese es el territorio del que trata el libro más reciente del superventas John Grisham,
Isla maldita es un título que bien nos devuelve a historias que antes escribieron personajes como R.L. Stevenson, Julio Verne o Daniel Defoe y no resulta descabellado conectar con aquellos clásicos, pues aquí también hay naufragios, corsarios, traficantes y sobrevivientes.
La más importante de los personajes es Lovely Jackson, una octogenaria mujer que alega alega haber sido la última habitante de Dark Isle por allá en los años cincuenta, cuando ella era una niña, y que se trata de un territorio que le pertenece a su pueblo.
¿Por qué saltan las alarmas sobre este territorio después de tantos años?, como siempre por el vil metal. Una constructora decide que ese lugar, que se terminó por prácticamente unir al territorio después de un gran huracán, es viable para desarrollar un gran proyecto urbanístico.
Las autoridades de Florida están encantadas de que más construcciones les generen más impuestos y deciden poner la ley a favor de este poder económico, pero no contaban con la intromisión de un librero que le dice a una escritora que esta historia puede ser su próxima novela, luego de que tiene el pozo seco, tras su primer gran éxito literario.
La propuesta es escribir una obra de no ficción teniendo en cuenta el desarrollo de los acontecimientos y que se van desenvolviendo a medida que también se van conociendo hechos co0mo la muerte de todo hombre blanco que pisa el lugar. La base de la novela debería ser un testimonio escrito por quien sigue alegando ser la legítima heredera de esa zona, pero de lo que no hay una sola prueba tangible.
Las posibilidades
¿Es posible detener a una gran constructora apenas con ideales, declaraciones imposibles de confirmar y la buena voluntad de algunos personajes que se suman a la causa? Tratar de responder esta pregunta es lo que lleva a emprender esta novela de Grisham. Es como un libro sobre otro libro que se basa en un libro. Así como lo leen como el pintor que pinta al pintor que pinta al pintor...
Dos mujeres jóvenes, la escritora y una abogada, cada una por su lado están comprometidas con la causa de Jackson y buscan demostrar que es posible ganar. Para ello, un viejo columnista acostumbrado a dar batallas sin miedo y un abogado ambientalista buscan que de cualquier manera el asunto no les resulte fácil a los constructores.
También se involucra en el proceso el peligro que se cierne sobre el hábitat de se lugar. Es ya una reserva en lo que se ha convertido la isla, porque nadie puede pisar en ella, y menos el hombre blanco.
Mientras se cuentan los detalles de lo que sucede hoy, también se va dando cuenta de la barbarie que fue la esclavitud que llevó a millones hombres y mujeres africanos a ser secuestrados de su territorio para sufrir los más bárbaros vejámenes en su trayecto y muchos durante toda su vida.
Recordar que la esclavitud fue una manera de deshumanización como tantas otras que se han vivido en la historia universal es una necesidad en estos tiempos que corren, cuando el tea party hace de las suyas y se muestra como mayoría, tal como los votos lo reconocen.
En fin, una novela muy al estilo Grisham, con abogados, jueces, testigos y demandas de por medio, pero escrita de tal manera que todos quieren saber de qué lado está la ley, o al menos la justicia. Leánlo y #HablemosDeLibros y de lo difícil que resulta probar la tradición de la propiedad en los territorios rurales, como en Dark Isle o en Caldas.
Subrayados
- Los autores autopublicados son capaces de volver loco a cualquier librero.
- Uno de sus rituales consistía en leer juntas el periódico de la isla tres veces a la semana. Les gustaba especialmente las noticias de la iglesia y los obituarios.
- Como era librero, no tenía por qué tener ningún tipo de ética. Y Gifford, como escritor, mucho menos.
- Sé que la maldición continúa ahí, en la arena. No se debe molestar a los espíritus.
- El cementerio era el sueño de cualquier arqueólogo. Había muchas tumbas con ataúdes antiguos llenos de restos humanos...
Reproducción | LA PATRIA
El título original de Isla maldita es Camino Ghosts. La más reciente obra de John Grisham.