Cuando se analizan las causas del deterioro del Centro Histórico de la ciudad, al igual que las estrategias necesarias para su recuperación, se pone de presente el desplazamiento de la vivienda tradicional a otros sectores urbanos y por ende de los comercios y servicios que le servían de complemento y, con ellas, no sin algo de arribismo, algunas de las instituciones que le otorgan la identidad al centro urbano.
Evadiendo o desconociendo la magnitud de la tarea nos hemos limitado a “soluciones” cosméticas o regulaciones punitivas. En el entretanto, el deterioro sigue carcomiéndose el origen fundacional de la ciudad. Lo realmente eficiente exige medidas que requieren de un tiempo importante para su implementación, lo que no parece entusiasmar a los burgomaestres puesto que estas acciones rebasan con creces el período de su mandato.
El problema se debe atacar desde la periferia, con planes de vivienda destinados a albergar, entre otros, a los funcionarios que laboran en el territorio institucional, lo cual atraerá, además de comercios y servicios, el uso cualificado de los espacios públicos que consoliden el hecho de habitar y, por supuesto, que las instituciones reclamen el lugar que se les ha otorgado desde los días pretéritos de la fundación.
A pesar de los múltiples atractivos que encierra el damero colonizador, ir al Centro se ha vuelto un dolor de cabeza. El potencial republicano, desueto, las calles invadidas por vendedores informales y prostitutas, convertido en el receptor de todos los males que aquejan a la sociedad, lo cual pone de relieve la ingente tarea de recuperación social, económica y patrimonial que demanda un país como el nuestro.
El primer mundo se destaca por el valor que le ha concedido a su legado histórico, cuando se piensa en una de sus ciudades necesariamente nos remitimos a sus centros históricos, lugares en los que se toma por igual el pulso al pasado y al futuro y donde radican la mayor parte de sus atractivos urbanos. Y nosotros aquí, dilapidando un patrimonio que otrora fue uno de los más connotados de Colombia.
La deserción del Centro y por ende una de las causas de su deterioro social es a todos los niveles: La DIAN, la Registraduría, la Secretaría de Cultura, incluso el antiguo DAS se han localizado indistintamente en diversos sectores urbanos. Razón por la cual celebramos el regreso de la Registraduría al ámbito institucional, seguir su ejemplo es una de las grandes contribuciones para la recuperación del Centro de Manizales.
En una próxima revisión del POT me pregunto si es posible inducir a las instituciones migrantes a volver al “lugar que les corresponde” e igualmente desestimular la tentación de huir del problema urbano inherente a su momento actual.
PD: Según se colige de las últimas noticias dadas por la Administración Municipal que se iniciarán nuevas acciones para la recuperación del Centro Histórico, algunas de ellas con el concurso del Gobierno Vasco español, esperamos que este nuevo impulso llegue a buen puerto y que se capitalicen los avances dados, por ejemplo, por el estudio hecho por la Universidad Nacional que fue desconocido, luego de un extenso y minucioso trabajo.