Las últimas noticias dan cuenta de dos hechos supremamente graves para el Eje Cafetero: El hallazgo de “casas de pique” en Pereira y Dosquebradas, y la alerta de las Fuerzas Militares sobre el plan de expansión que tienen las disidencias (¿?) de las Farc, ingresando por el departamento del Quindío.
Sobre la existencia de las “casas de pique”, que se deriva del hallazgo de cuerpos desmembrados y que parece obedecer a una guerra entre microtráfico, no podemos hacer oídos sordos, pues siempre este tráfico de pequeña escala está amparado por capos de mayor envergadura y por multimillonarios recursos provenientes de sus actividades ilícitas. Son, en últimas, los operadores de pequeñas redes locales con las que financian un mercado inmenso, amparado por los personajes con quienes el hoy presidente Petro negoció su campaña en las cárceles colombianas. Y esto hace que el problema adquiera una mayor gravedad, pues ya sabemos que las consecuencias que asumen estos capos, gracias a la connivencia del Gobierno nacional es, a lo sumo, el nombramiento como gestores de paz, por lo que, en últimas, no tienen nada qué perder.
En cuanto a la alerta de las Fuerzas Militares sobre el plan de expansión de las Farc, el peligro es superlativo. Los grupos armados ilegales en Colombia, a raíz de la ley de Paz Total, adquirieron un nuevo aire y poderes máximos que, de hecho, el Gobierno reconoce al encuartelar a la Fuerza Pública; desarmar al ciudadano de bien y volverlo indefenso; pagarles a los criminales una millonaria mesada, conformando el “Ejercito del Pueblo” que, ¡ese sí!, cuenta con dotación de armamento de última generación; darle la espalda a masacres diarias de colombianos a manos de sus grupos aliados; reamnistiar a los grandes jefes de esos grupos y darles reconocimiento para que entren a ocupar los territorios que el Estado había liberado; y mil cosas más.
El Eje Cafetero ha sido territorio de paz. Una amenaza mayor, que representaba el frente 47 de las Farc, fue desmantelada cuando el Estado puso su mano firme sobre estos grupos criminales y los acorraló hasta casi exterminarlos. La reaparición hoy es de un calado mayor, pues el hecho de que se les permita su regreso, ya dotados de garantías tácitas y expresas, los convierte en enemigos de gran poder destructivo, pues saben donde delinquir, por donde moverse, a quienes afectar y cuales son los puntos vulnerables, pues es un territorio con reconocimiento previo.
Esta es la “Paz Total”. Funciona bajo la ley que fue demandada ante la Corte Constitucional y que, después de declararla urgencia nacional y de provocar un importantísimo cambio en su jurisprudencia -reservándose el derecho de decretar la suspensión de leyes mientras decide sobre su constitucionalidad-, termina absteniéndose de pronunciarse por supuesta ineptitud sustantiva de la demanda. ¡Cuántos desastres nos hubiéramos ahorrado con un fallo objetivo de la Corte! Hoy el Eje Cafetero llora el desastre de esa abstención. Debemos actuar con prontitud.