Jaime Pineda es un empresario que invierte para obtener dividendos –apenas natural–, cuya actividad principal no es el fútbol, al que llegó a través del Once Caldas como uno de sus tantos negocios. Eso lo hace diferente de algunos de sus pares en Colombia.
Gabriel Camargo vivió para el Deportes Tolima, Fuad Char comprende el significado del Junior para la comunidad costeña, Tulio Gómez maneja los destinos del América y, aunque piensan en lo económico, lo deportivo es muy importante para ellos.
Otros, Fernando Salazar (Águilas), Eduardo Pimentel (Chicó), César Guzmán (Patriotas) o Nelson Soto (Jaguares) priorizan ganancias y también hay quienes, caso Hernando Ángel del Quindío, reducen todo a plata, en detrimento del hincha y los resultados.
Este preámbulo sirve para comprender la política de contratación en Once Caldas, que se fija sobre un presupuesto específico, sin estrellas de alto costo ni figuras, tratando de subsanar las necesidades y apelando al buen ojo de quienes en el pasado acertaron con los nombres.
Fue la apuesta triunfadora de 2024, materializada en Mateo García, Juan Pablo Patiño, James Aguirre, Michael Barrios y Juan David Cuesta, quienes soportaron la campaña, al lado del goleador Dayro Moreno y el eficiente trabajo de los centrales Jéider Riquett y Jorge Cardona.
Se cuentan además los aciertos del cuerpo técnico. Fueron 77 puntos en el año, clasificación a cuadrangulares en ambos torneos, quedando a un gol de disputar título en el del segundo semestre, con cupo a Copa Suramericana y lejísimos del descenso.
Todos coincidimos en que el plantel era limitado, que tenía 11 titulares y los suplentes no daban la medida. Es más, cuando se fue lesionado Mateo y Dayro entró en racha negativa, se dio esa seguidilla de partidos con cinco derrotas, 2 empates y apenas una victoria.
Reforzar el grupo era la tarea y aunque quisiéramos estrellas de primerísimo nivel, vuelven y juegan los dirigentes por otras opciones. Contrataron 8 jugadores: un portero, tres centrales, un volante de marca, un creativo y dos delanteros. Se fueron 8.
Si lo que faltaba era banca, pues ahora sí, con caras nuevas, con presente, se supone que muchos de ellos llegaron con la idea de hacerse a un puesto en el cuadro principal y de cierta manera satisfacen a quienes argumentamos en su momento la estrechez de la nómina.
Curiosamente se insiste en extranjeros, pese al fracaso de Ezequiel Mastrolía, Stalin Valencia, Lucas Ríos y Jesús Hernández, ninguno realmente trascendente, mirando esta vez hacia Bolivia, con exintegrantes de Oriente Petrolero: Hugo Dorrego y Gilbert Alvarez.
De los nacionales, Mateo Rodas y Jerson Malagón, quizá los de mayor experiencia; juventud en Juan Felipe Castaño, Juan Carlos Díaz y Mateo Zuleta, y con el arquero Joan Parra queda cubierta la posición para cualquier eventualidad.
En suma, un Once Caldas que deposita nuevamente sus esperanzas en el trabajo del cuerpo técnico, en sus futbolistas clave de la liga pasada y en la buena respuesta de quienes arriban en condición de refuerzos. Ya lo hizo Hernán Darío Herrera. Lo puede repetir.
P. D. Como Javier Emir Aristizábal, seguramente pocos lo distinguieron. Como Barrabás cualquier hincha del Once Caldas lo conoció. Murió el domingo. Hace un tiempo organizaba las excursiones que salían del Café Comercio para acompañar al equipo en otras plazas. Fue conductor de bus, tuvo venta de licores en San Andresito y últimamente se le veía atendiendo su puesto de tinto, bebidas y pandeyucas en el estadio. Que Dios lo lleve a su reino.
Hasta la próxima...