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Una frase que se viene usando desde hace años atrás puede resultar útil para este inicio de calendario escolar en Caldas: “Que ningún niño se quede sin estudiar”, como han empleado gobernantes de otras ciudades en una estrategia para motivar a los padres de familia y a los alumnos de todos los niveles -primaria, básica y media- a que no abandonen las aulas y accedan a la educación como derecho. Esto debe trascender a hechos reales en el departamento, donde cada año la matrícula ha ido disminuyendo.
Según los reportes del secretario de Educación de Caldas, con base en el Sistema Integrado de Matrícula (Simat), al comienzo de la Administración de Henry Gutiérrez se contaron en 26 municipios del departamento 80 mil 8 estudiantes, pero terminaron el 2024 con 73 mil 580; una reducción de 6 mil 428 alumnos en un año lectivo. Para el caso de Manizales, en el primer año del alcalde Jorge Eduardo Rojas, el secretario de Educación Municipal asegura que la proporción de matriculados bajó de 37 mil 40 del inicio a 36 mil 600 al final del año, para un total de 440 estudiantes menos en esta capital.
Múltiples causas son las que están haciendo mover estas cifras; la reducción de la natalidad, la migración que hacen las familias a otros departamentos o ciudades, que son motivos con los que por ahora tendrán que seguir lidiando las autoridades educativas. Pero lo que no se puede permitir en Caldas ni en Manizales es que un menor de edad deje de cursar sus estudios por otras circunstancias que les corresponden mantener a los gobiernos, como los programas de alimentación y de transporte escolar durante todo el año, que entre otras cosas se comprometieron el año pasado a tenerlos vigentes desde el inicio de clases y durante todo el 2025.
Por lo menos en los colegios oficiales, también son responsables los gobiernos de la dotación de herramientas tecnológicas para ayudar en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Y los rectores y docentes tienen bajo su tutela la planeación y aplicación de metodologías novedosas que atraigan a los niños y a los adolescentes a permanecer en las instituciones educativas; además de propiciar buenos ambientes escolares, al menos que respondan a las necesidades más apremiantes de los alumnos.

Si cada ente territorial e institución educativa dejara el temor frente a las críticas y a la identificación de problemas, se darían pasos seguros hacia el diseño de estrategias de mejora y con seguridad habría menos deserción escolar. No es tapando lo negativo como se superan los obstáculos, hay que hacerle frente con personal preparado y medidas efectivas. En Manizales se estableció además que algunos padres están optando por llevar a sus hijos a modelos de educación para adultos, que aunque son de alta calidad, tienen menor intensidad horaria, diseño curricular especial y se desarrollan en la noche o durante los fines de semana; que no son convenientes para adolescentes de 13 o 14 años, al llevarlos a estar durante toda la semana desescolarizados. Cosas como esta son las que hay que establecer y resolver para que de principio a fin del año las aulas estén llenas de alumnos educándose.