El primer paso para llegar a un gran conflicto siempre será la intolerancia, que se convirtió en el mayor mal de la sociedad actual. Se da en calles y barrios, en carreteras y veredas, entre ciudadanos, en las familias, entre parejas, en los planteles educativos, entre amigos, en los sitios de trabajo, entre vecinos, en las instituciones. Ningún lugar ni relación humana están exentos, los hechos de intolerancia desbordan la cotidianidad y lo más grave es que se fueron convirtiendo en el mecanismo como muchas personas están resolviendo sus diferencias, pero además, superan las capacidades de las autoridades para intervenirlos y frenarlos.
Comenzó siendo un fenómeno de inseguridad propio de grandes ciudades, detonador de delitos como los homicidios y las riñas con heridos; pero ya está presente en todo tipo de pueblos, hasta los que se consideraban cultos y educados. La cuestión pasa por lo que cada quien está haciendo en su día a día y cómo lo está haciendo, qué tan violento y agresivo puede llegar a ser alguien con una mirada, con unas cuantas palabras que se pronuncian y en el tono menos adecuado, con lo que se escribe por redes sociales, con el uso de la fuerza, con los malos tratos, cuando se pierde el control y se actúa bajo estados irascibles.
Lastimosamente este año en Manizales, y en especial las últimas semanas, los casos de violencia se han detonado como si se tratara de una enfermedad social: “Peleaban a puños y uno agredió con machete al otro”, sucedió con dos conductores entre el estadio Palogrande y El Cable. “No dejaba salir a la mamá”, en el barrio Comuneros un hijo encerró a su progenitora en la casa. “Dos personas riñen en plena calle de Manizales, con puños y machete”, ocurrió en el barrio San Sebastián. “Capturan a un conductor luego de agredirse con tres agentes de tránsito”, y por el mismo caso “Secretaría de Movilidad ya retiró a tres agentes por golpear a conductor”.
La UNESCO, en 1995, acogió la declaración de Principios sobre la Tolerancia. La define como la responsabilidad que sustenta los derechos humanos. Cita a los estados a que adopten las medidas necesarias para fomentarla, ya que considera que se necesita para la consolidación de la paz, el progreso económico y social de los pueblos y el respeto de las libertades individuales. “Significa aceptar que los seres humanos, naturalmente caracterizados por la diversidad, tienen derecho a vivir en paz y a ser como son. Significa que uno no ha de imponer sus opiniones a los demás”, señala el documento.
La educación debe ser el mecanismo más eficaz para prevenir cualquiera de estos tipos de violencia, basado en la enseñanza de los derechos y las libertades desde los primeros años de vida en los hogares y en los centros educativos; pero también saber cuándo hay que buscar ayuda de expertos porque las situaciones se salen de las manos, hay incapacidad de interactuar socialmente y de tolerar al que piensa y actúa distinto. Cuántas tragedias se podrían evitar si el punto de partida siempre fuera el respeto por el otro.